Durante décadas hemos escuchado que el ejército chileno es una copia fiel del modelo prusiano. Pero un estudio más detallado de las reformas realizadas por el oficial alemán Emil Körner hecho por los autores William Sater y Holger Herwig en su libro ‘The Grand Illusion’1 detallan como tales reformas fueron condenadas al fracaso y los cambios hechos fueron principalmente cosméticos.
¿Cuál es la doctrina prusiana?
¿De qué se trata tal doctrina?, ¿qué tan efectiva es realmente?, Muchos piensan que se trata de una cultura de obedecer órdenes ciegamente y el paso de la oca, quienes piensan eso no pueden estar más equivocados. Esta doctrina militar tiene un fuerte énfasis en la iniciativa personal de los oficiales, los cuales deben asumir riesgo en combate, tal como escribe Georg Grossjohann, en su libro ‘5 Años, 4 Frentes‘2. Grossjohan narra como su unidad, la Division 198 de Infantería, perdió al 51% de sus oficiales entre el 22 de junio y 31 de octubre del año 1941 en Rusia. En comparación, sólo un 38% de los suboficiales y tropa sufrió la misma suerte3. Si bien la doctrina prusiana tenía una fuerte separación entre oficiales aristocráticos y suboficiales, de clase baja social. Tal separación y prejuicio se empezó a eliminar durante la Primera Guerra Mundial, donde soldados podían ascender por mérito a ser oficiales. Grossjohan comenzó su servicio en entre-guerras como soldado (Zwölfender) y terminó la guerra SGM como Mayor4. En 1870, durante la guerra Franco-Prusiana, eso habría sido impensable5.
En la Primera Guerra Mundial las transformaciones del ejército prusiano tampoco fueron menores. Distintos cuerpos de Ejército, el 1ro, 2do y 5to, desarrollaron independientemente tácticas y unidades especiales de combate, que se popularizaron bajo el nombre de ‘Stoßtruppen’6(se pronuncia shtóstrupen). También desarrollaron nuevas armas como la granada de largo alcance M19157, y el lanzallamas en febrero de 19158, el casco de acero fue introducido por primera vez para la batalla de Verdún.
Bajo esta filosofía los líderes de unidades deben modificar o incluso desobedecer las órdenes de sus superiores si consideran que estas ponen en riesgo el éxito de la misión. Uno de los mejores ejemplos de tal cultura fue Erwin Rommel, quien fue trasladado a África para apoyar la defensa de las fuerzas italianas. Allí decidió hacer, por cuenta propia, una ‘misión de reconocimiento’ contra las unidades inglesas. La inteligencia británica fue completamente inefectiva contra él, pese a que tenían descifradas todas las instrucciones del alto mando del ejército (OKH) entregadas a Rommel, este simplemente las ignoraba y atacaba donde a él le parecía conveniente, dejando desconcertados tanto a sus enemigos como a sus superiores.
Esta doctrina tiene un fuerte énfasis en análisis post mortem de un conflicto y lecciones aprendidas. En 1939, después de la victoria contra Polonia, la Wehrmacht hizo un estudio detallado del conflicto que arrojó diversas falencias en logística, además de tácticas y operaciones de combate. Lo que impulsó un completo reentrenamiento de las tropas, modificación de tácticas de combate y mejoras de armamento. Ocho meses después, el Ejército alemán que atacó las fuerzas aliadas en el oeste era completamente distinto al que comenzó la guerra.
Lo mencionado arriba es el corazón de la doctrina prusiana: tomar la iniciativa, pensar por sí mismo, desobedecer las órdenes si es necesario, estar en constante proceso de aprendizaje. Las marchas, las puntas de Pikelhaube y pasos de la oca son meramente superficiales. Ahora, volvamos a Chile
Breve historia de Emil Körner en la guerra civil de 1891
Emil Körner en uniforme chileno. Fuente Wikimedia Commons
El Capitán Emil Körner llegó originalmente a Chile como instructor de educación y subdirector de la Escuela Militar. Allí enfrentó muchas limitaciones al principio para hacer cambios. En tal época la escuela militar daba estudios similares al colegio “Instituto Nacional” y los conocimientos militares se veían al final de la carrera.
Cuándo estalla la guerra civil decide unirse al bando alzado como Secretario General del ejército congresista8, esto para el horror del embajador alemán y desobedeciendo las órdenes de su gobierno de mantener neutralidad. Lo impulsaron en parte razones personales, estaba ya casado con una alemana chilenizada que tenía familiares y amigos en el bando rebelde9. Aunque posteriormente citaba públicamente razones políticas, indicando que Balmaceda se había vuelto un dictador. Sostienen Sater y Herwig que sus razones personales tuvieron más peso.
El presidente Balmaceda también ayudó a cavar su propia tumba. Antagonizó al grueso de los oficiales de su mismo ejército cuando les obligó a firmar un documento jurándole lealtad, arrestando a todos aquellos que se negasen a firmarlo, aunque fueron liberados después por orden de la Corte de Justicia. Esto, sostienen Sater y Herwig, empujó a muchos oficiales a cambiarse de bando9. Por el lado de la tropa Balmaceda no lo tenía mejor. Al no poder enlistar soldados empezó a reclutar por la fuerza. Tales soldados eran un desastre que se dedicaban al pillaje, violación y homicidio. Para colmo, solían huir cuando comenzaba la batalla, como sucedió en Arica con el Batallón Quillota10.
Por el otro lado, una vez tomado el norte por los rebeldes, 7.500 trabajadores de las pampas de nitrato se unieron voluntariamente a la rebelión, le tenían especial saña a Balmaceda por la brutal represión de la huelga de 189011. En tal región, salvo las unidades comandadas por Col. Eulogio Robles, las tropas leales dieron poca pelea o se unieron a los rebeldes. En el norte Körner se dedica a apoyar vigorosamente al ejército rebelde y finalmente participa en la batalla de Placilla, que culmina en el triunfo del bando congresista.
Una vez decidida la guerra Körner, pese a ser extranjero, fue puesto a cargo del ejército. Había un conflicto de poder entre el nuevo presidente, Almirante Jorge Montt, y el comandante del ejército rebelde, Estanislao del Canto. Este último aspiraba a ser presidente. Esto empujó a Montt a elegir como Comandante de Ejército a Emil Körner, quién no tenía aspiraciones de poder ulteriores.
Una vez a cargo del ejército puede realizar sus deseadas reformas. Estás incluyen la re-estructuración de las unidades del ejército, su doctrina, armamento e instauró un sistema de conscripción, el hoy conocido servicio militar obligatorio. Dado que, el ahora general tuvo un fuerte énfasis en comprar material exclusivamente de Alemania, el Kaiser le “perdonó” su acto de rebeldía otorgándole la Orden de la Corona (Kronenorden).
¿Porqué fracasaron los cambios de Körner
Varios factores corrieron en contra de Körner y sus reformas: corrupción y bajo nivel educacional de la sociedad chilena y de las mismas fuerzas militares, debilidad económica del país, la falta de pragmatismo de las mismas reformas implementadas y la arrogancia, incompetencia y corrupción del mismo Emil Körner.
Un ejército de papel
Körner hizo sucesivas expansiones al ejército, creando desde 1891 en adelante nuevos batallones de infantería, regimientos de caballería e ingeniería, además moderniza la Escuela de Clases, renombrada Escuela de Suboficiales. Crea también compañías de suministro, un batallón de ferrocarriles, dos compañías para un batallón de telegrafos, fundado en 191113. En 1892 se crea la Intendencia General. Se reforma el Parque y Maestranza y el Servicio Sanitario. En 1894 se establece una Fábrica de Pólvora14.
Además creó cuatro divisiones territoriales para la defensa nacional, una para cada región del país: La Primera División para la zona norte, hasta Coquimbo; la Segunda División de Coquimbo hasta San Felipe; la Tercera División, para la zona sur incluyendo Concepción. Y la Cuarta Division en la zona austral de Magallanes.
En estas expansiones es donde se presentan los primeros problemas. Körner tenía la mala costumbre de no estár nunca satisfecho con el organigrama de su ejército, creando constantemente nuevas unidades. Pero estás expansiones normalmente se quedaban en el papel, casi ninguna de las unidades creadas alcanzaba a cubrir todos los puestos abiertos para ellas, menos tener el equipamiento requerido. Más díficil aún era retener a los soldados, suboficiales y oficiales que decidían pedir la baja por los malos sueldos ofrecidos. En 1906, el Ejército requería al menos 96 tenientes segundos para suplir las vacantes, pero la Escuela Militar sólo graduó a 19. El año 1915 la situación era aun peor: se requerían 339 tenientes, mientras apenas se graduaron 8015. La situación para los suboficiales era aún más preocupante. Según Sater y Herwig las unidades destinadas en las divisiones norte y sur les faltaba cubrir siempre entre el 25 y 50% de los suboficiales requeridos. En el año 1912, para todo el Ejército estaban abiertos el 45% de todos los puestos para suboficiales16.
Sangrado de oficiales y soldados
Los malos sueldos ofrecidos, junto a las pésimas instalaciones para vivir e inflación galopante empujaban a muchos miembros del ejército a buscar mejores perspectivas en el mundo civil. Muy poca gente quería ser soldado raso o suboficial: los malos sueldos, pésima comida y alojamientos, sobre todo en las regiones extremas, hacía muy difícil contratar gente17. La inflación volvía todo peor, entre 1906 y 1915 el sueldo de un teniente segundo aumentó un 50% nominal, pero la inflación fue de un 65% en el mismo periodo18.
Körner expandió el ejército a un tamaño teórico que fue imposible de suplir en la realidad. Las unidades se terminaban canibalizando entre ellas.
Para empeorar las cosas, en 1904 se redujo el presupuesto del ejército tras solucionarse una crisis fronteriza con Argentina. De aproximadamente 18.800 hombres activos se redujeron a 9.00019. Curiosamente la reforma no afectó el número de oficiales activos. La reacción de Körner no pudo ser peor. En vez de adecuar sus unidades a tal reducción, intentaba camuflar los regimientos de caballería e infantería como “unidades de gendarmería” (policia) para evitar su cierre. Tales maniobras causaron graves problemas en los años venideros, incluso después del retiro de Körner en el año 1910.
Un ejército que no podía hacer maniobras, ni tenía cómo transportarse
Pese a su enfoque de aumentar la cantidad de hombres y unidades, uno de los requerimientos críticos para tener una fuerza efectiva en combate es entrenar regularmente todas las armas del ejército de manera conjunta en una zona extensa, lo que comúnmente se llaman maniobras. Salvo las unidades de la primera división en la zona norte (la estrategicamente más crítica durante este periodo), el ejército no tenía lugares propios ni presupuesto para realizar maniobras, confiando normalmente en la bondad de hacendados, como Eliodoro Yáñez, que ofrecían sus fundos para tales propósitos20. Finalmente, cuando fue comprado el fundo El Culenar en Cúrico para hacer maniobras, a las unidades les era muy difícil llegar.
El principal sistema de transporte usado, el ferrocarril, no tenía la capacidad para transportar tropas durante maniobras o crisis fronterizas. Para colmo, su uso entró varias veces en conflicto con la elite chilena que vivía de la agricultura, indican Sater y Herwig que varias maniobras tuvieron que posponerse para no afectar las faenas de cosecha. Con la llegada de los vehículos motorizados las unidades militares se inclinaron por modificar su presupuesto, o tomar una deuda, para arrendar vehículos civiles para poder transportar tropas21.
En resumen, el Ejército chileno no podía moverse o entrenar con recursos propios, debiendo siempre contar con apoyo civil y asumiendo costos fuera de su presupuesto para subsanar, que sea parcialmente, su problema.
El fracaso de las movilizaciones
Los dos puntos arriba recién mencionados, más la falta de presupuesto, tuvo su efecto cuando se realizaron movilizaciones generales por crisis fronterizas. En 1898, frente al riesgo de guerra con Argentina, se movilizaron 60 mil hombres de la hoy extinta Guardia Nacional22. Esta movilización demostró una serie de falencias logísticas, por ejemplo: no habían suficiente personal médico, tampoco lugar dónde alojar las tropas debiendo improvisar con apoyo de civiles: una escuela en Rancagua, propiedades del Arzobispado en Talca, un molino en Chillán, entre otros.
La movilización parcial de 1910 también tuvo problemas. Pese a que sólo el 40% de los reservistas llamados se reportaron para el servicio, aún así no hubo cómo avituallarlos: faltaban servicios sanitarios, ropa, zapatos, tiendas de campaña, etc23.
Pese a que las maniobras del año 1915, realizadas a gran escala, fueron exitosas, la movilización de 1920 fue un completo fiasco. En la hoy llamada ‘Guerra de Don Ladislao’ donde aparentemente el gobierno chileno manufacturó una crisis internacional con Perú y Bolivia, se movilizaron miles de tropas haciá el norte. La Tercera division, de la zona sur, llamó a 7.500 reservistas, muchos de los cuales fueron transportados al norte. La Primera División, frente a Perú y Bolivia, movilizó otros 15 mil hombres20. Esta movilización dejó en desnudo todas las falencias de transporte e incompetencia del Ejército y del Ministerio de Guerra: muchas unidades no pudieron ser transportadas por falta de barcos, cuando habían barcos disponibles la tropa debía ir congestionada. Caballos morían en las naves por fugas de vapor de agua de las calderas. Carros de transporte eran desembarcados para descubrir que sus ruedas habían quedado en el puerto de embarque. En Arica la tropa llegaba sin comida, munición, cocinas, servicios sanitarios o sus propias mochilas. La mal llamada Guerra de Don Ladislao desnudó todas las falencias del ejército chileno.
Conclusión
La movilización masiva de tropas requiere, además de recursos, personal competente que la dirija. Es una capacidad que se debe practicar constantemente o se pierde. La experiencia ganada con sangre durante la Guerra del Pacífico(1879-1883), donde se movilizaron tropas a lo largo de la costa peruana, ya era un lejano recuerdo en el año 1920. La experiencia del desembarco anfibio realizado en la Guerra Civil del año 1891, donde 9 mil hombres embarcaron en Antofagasta y desembarcaron casi mil kilómetros al sur en el puerto de Quintero y listos para el combate, parece también haber sido olvidada. Peor aún, las lecciones de las maniobras del año 1915.
En el año 1920 el Ejército de Chile, supuestamente modernizado y prusianizado por Emil Körner, junto a sus líderes políticos civiles no podían hacer ni una fracción de lo logrado por el antiguo ejército chileno en el Perú apenas 40 años atrás.
En el siguiente artículo revisaremos otra reforma de Körner que fracasó: la disolución de la Guardia Nacional y la implementación del servicio militar obligatorio, junto con otros problemas endémicos de la sociedad chilena. Además de cómo Körner fue socavando su propia reputación debido a su incapacidad administrativa y corrupción. Y para finalizar, revisaremos quíen verdaderamente modernizó el Ejército de Chile
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Bibliografía
- [Volver] – Sater, W, Herwig, H, 1999, ‘The Grand Illusion’. University of Nebraska Press
- [Volver] – Grossjohan Georg, 1999, ‘Five Years, Four Fronts’. Aberjona Press
- [Volver] – Ibid. p. xix
- [Volver] – Ibid. p. xvi
- [Volver] – Drury Ian, Embleton Gerry, 1995, ‘German Stormtrupper 1914-1918’, Osprey Publishing, pp. 18-19
- [Volver] – Ibíd. p.6
- [Volver] – Ibíd. pp.12-13
- [Volver] – Ibíd. p.17
- [Volver] – Sater, W, Herwig, H,, op. cit., pp. 45-46
- [Volver] – Ibíd. p.47
- [Volver] – Ibíd. p.49
- [Volver] – Ibíd. pp.57.59
- [Volver] – Ibíd. p.76
- [Volver] – Probablemente el autor se refiere al Complejo Químico que fue absorbido por la actual FAMAE Fábricas y Maestranzas del Ejército. Todas estas instituciones trabajaron bajo distintos nombres, además del riesgo de mala traducción desde el castellano al inglés y luego de nuevo al castellano.
- [Volver] – Sater, W, Herwig, H,, op. cit., p.109
- [Volver] – Ibíd. pp.114-115
- [Volver] – Ibíd. pp.114-115
- [Volver] – Ibíd. p.111
- [Volver] – Ibíd. p.71
- [Volver] – Ibíd. pp.97-98
- [Volver] – Ibíd. pp.97-98
- [Volver] – Ibíd. p.82
- [Volver] – Ibíd. p.99
- [Volver] – Ibíd. p.101
Fuente Foto Portada: TVN
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