Este artículo es el segundo de una serie, el primero se puede leer aquí.
Como comenté en la publicación anterior, de tarde en tarde se publican posibles amenazas mundiales para el siglo XXI: desde terrorismo, cyberguerra, cambio climático, “nuevas formas de combate”, etc. Varios analistas, como Dee Smith, dueño de Strategic Insight Group, sostiene en uno de sus documentales1 que durante el siglo veintinuno veremos un mayor riesgo en el uso de armas químicas, biológicas y nucleares. En estas líneas planeo plantear lo contrario: durante el siglo XXI ninguna de estas amenazas serán distintas o mayores a lo vivido en el siglo XX.
Armas químicas y biológicas
Estas armas entraron en escena en los albores del siglo XX, cuando el imperio alemán buscaba superar su inferioridad numérica y material contra las tropas inglesas y francesas en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial. El uso de gas mostaza demostró ser un quebradero de cabeza para los altos mandos militares y un martirio para la tropa en ambos bandos.

El trauma de tales armas en la PGM fue tal que, previo a la SGM, en Inglaterra se tomaron todo tipo de precauciones frente a un ataque similar contra la población civil. Cuenta el matemático Freeman Dyson el pánico generalizado que existía por a la posibilidad del uso de armas biológicas en manos de la Alemania Nazi contra la población británica 2. Al final, tales miedos fueron infundados. En el teatro europeo ningún bando hizo uso de armas químicas o biológicas, principalmente por miedo a represalias con armas similares y lo poco práctico de su uso. En Asia, Japón probó extensamente su uso con prisioneros en China3 y las usaron en varias oportunidades contra fuerzas chinas, pero solo en ciertas condiciones y cuando estaban en inferioridad numérica4. No las usaron contra los americanos sino contra fuerzas chinas tecnológicamente retrasadas que no tenían la capacidad de responder con armas químicas propias.
Que tanto armas biológicas y químicas no se hayan vuelto a usar contra tropas enemigas tiene una razón práctica. Explica James F. Dunningan en su libro “How to Make War”5 que los mandos militares les tienen un especial desagrado. Las armas químicas tienen la desventaja que impiden el avance de las propias tropas, impidiendo la conquista del terreno enemigo. Su uso además es muy dependiente de las condiciones climáticas; un cambio en la dirección del viento puede jugar al atacante una mala pasada.
Las armas biológicas tienen el mismo problema, pero con la adición que se pueden seguir propagando fuera del lugar donde fueron lanzadas, sin distinguir entre amigos o enemigos.
Ambos tipos de armas terminan reduciendo la velocidad del avance de las tropas amigas y aumentando innecesariamente el riesgo de bajas propias. Su producción, almacenamiento y transporte implica un riesgo para su usuario. Para minimizarlo se añaden redundancias para evitar accidentes, robos o ataques terroristas.
Los últimos usos de tales armas han sido en manos de dictadores totalitarios que practican culto al líder, como Hussein o Al-Assad. Hussein usó tales armas contra tropas iraníes y la población kurda en los 80. Al-Assad las usó contra posiciones urbanas fortificadas en manos de tropas rebeldes el año 2012. En el primer caso, Iraq estaba perdiendo la guerra contra Irán, y contó con el incómodo beneplácito de EEUU. En el segundo caso, Assad gozaba del paraguas militar de Rusia.
En resumen, cualquier experto que insista en mayores riesgos de ambas armas durante el siglo XXI no ha hablado con quienes deberían usarlas: la tropa y sus oficiales. Sólo dictadores totalitarios, cuando se ven perdiendo una guerra y sienten que no sufrirán castigo por su uso, se atreven a usarlas.
La llegada de las armas nucleares ha sido el mayor cambio en las reglas del juego en las relaciones internaciones desde los tiempos de Tucídides. Hoy potencias menores pueden destruir completamente a una superpotencia, pese a tener una fracción de la capacidad militar y económica de la segunda.
La paradoja de las armas nucleares
Now I have become death, destroyer of worlds
La llegada de las armas nucleares ha sido el mayor cambio en las reglas del juego en las relaciones internaciones desde los tiempos de Tucídides. Hoy potencias menores pueden destruir completamente a una superpotencia, pese a tener una fracción de la capacidad militar y económica de la segunda.
Durante las décadas de la guerra fría existía un pánico generalizado de un intercambio atómico entre las sociedades libres lideradas por EEUU y la dictadura soviética. Tal amenaza, pese a llegar a extremos durante la crisis de los misiles en Cuba, nunca se materializó. Con el paso de los años todos los países con armas atómicas terminaron implementando una doctrina similar: su uso es exclusivo para proteger la integridad territorial y nunca usarlas de manera preventiva o atacar primero.
Si crees que tal arma está pronta a usarse te puedo recomendar el siguiente ejercicio mental: ponte en los pantalones de quién tiene tales armas y podría usarlas; El riesgo de represalias nucleares contra tu propia población apagaría rápidamente tus ánimos bélicos.
Incluso naciones más agresivas como Corea del Norte usan las armas nucleares para perseguir sus objetivos locales sin miedo a las amenazas militares de las superpotencias. Saben que usarlas puede significar el suicidio y no parece interesado en usarlas primero. Pese a todas las amenazas contra Israel, Irán podría perseguir una política similar: el arma nuclear le daría una sombrilla protectora para expandir su influencia en toda la región sin miedo a represalias en su territorio.
El riesgo de que estas armas caigan en manos de grupos terroristas también es muy bajo. El poder destructivo de una bomba atómica es tal que los estados toman medidas de seguridad redundantes para su almacenamiento, transporte y uso. Si bien, en teoría, cualquier estudiante en ingeniería nuclear puede construir una bomba, la extracción, almacenamiento y el enriquecimiento de uranio o plutonio son altamente controlados.
Nagasaki e Hiroshima
Como mencioné arriba ha habido razones de peso en el no uso de armas nucleares desde 1945. Lo que si debo mencionar fue la excepcionalidad de su uso al final de la SGM: El gobierno japonés estaba dispuesto a sacrificar una cuarta parte de su población en caso de un desembarco e invasión de fuerzas americanas. Estimaban que era aceptable perder hasta 20 millones de vidas propias con tal de causar bajas inaceptables para la opinión pública americana, la que presionaría a su gobierno para firmar la paz con el imperio japonés. Tal como explica el investigador D. M. Giangreco en su libro “Hell to Pay”6, arrojar las bombas Fat Man y Little boy no fue un acto criminal del gobierno norteamericano, al contrario, ahorró millones de vidas. Pueden ver una muy buena entrevista a Giangreco aquí.
Riesgos reales de las armas nucleares
Existen dos factores que si pueden aumentar el riesgo de un intercambio atómico: un mayor número actores en posesión de armas nucleares y cuando gobiernos totalitarios las poseen.
Hoy se estima que las siguientes naciones tienen armas nucleares: EEUU, Inglaterra, Francia, Rusia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Las primeras 5 naciones son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, autorizados a tener armas nucleares. India y Pakistán por su parte nunca firmaron el tratado de no proliferación nuclear. Israel nunca ha admitido la existencia de su programa. Corea del Norte ha violado abiertamente el tratado firmado y parte de sus objetivos estratégicos es desarrollar armas nucleares.
Naturalmente, entre más naciones posean armas nucleares, mayor es el riesgo de un intercambio. Sea por error de cálculo, metida de pata diplomática, falso aviso de ataque nuclear enemigo, etc. Entre menos actores tengan tales armas, mejor.
El segundo factor de alto riesgo son las dictaduras totalitarias con culto al líder. Tales gobiernos no suelen tener los contrapesos necesarios en caso que el “Querido Líder”/”El Führer”, etc decida usar unilateralmente su arma atómica, tal como ha sido el caso con armas químicas. Estas naciones solo restringen su comportamiento frente a otra potencia atómica lo suficientemente poderosa, como EEUU. Sin las fuerzas militares de la nación norteamericana en el noreste asiático esta región sería un lugar aún más inestable, con Japón y Corea del Sur desarrollando sus propios misiles nucleares o Corea de Norte usando sus bombas primero.
Conclusión
El riesgo de uso de armas químicas o biológicas en una guerra entre naciones no será mayor a lo visto en los últimos 100 años. Asimismo, la posibilidad de un intercambio nuclear sigue siendo bajo mientras haya pocos actores y tanto EEUU como Rusia sigan siendo actores con la voluntad política de usar las suyas en caso de un ataque nuclear enemigo.
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Fuentes
- [Volver] – Dee Smith. “Nuclear, Biological, and Cyber Warfare: Rising Threats in the 21st Century | A World on the Brink”; https://www.youtube.com/watch?v=1U_AvhkY-vQ&feature=youtu.be
- [Volver] – Entrevista a Freeman Dyson https://www.youtube.com/watch?v=z6bYP7PtMTc&list=PLVV0r6CmEsFzDA6mtmKQEgWfcIu49J4nN&index=21
- [Volver] – The Guardian: La unidad 731. https://www.theguardian.com/world/2018/apr/17/japan-unit-731-imperial-army-second-world-war
- [Volver] – Walter E. Grunden; Springer 2017; “No Retaliation in Kind: Japanese Chemical Warfare Policy in World War II. Link” : https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-51664-6_14
- [Volver] – James F Dunnigan, William Morrow Paperbacks 2004, “How to Make War (Fourth Edition)”
- [Volver] – Giangreco, D. M, Naval Institute Press 2017 ,”Hell to Pay: Operation Downfall and the Invasion of Japan”
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