Protestas en Chile, ¿Qué quiere el pueblo?

Sentarse a escribir sobre las actuales protestas en Chile es arriesgado, principalmente porque aún se puede considerar como un fenómeno en desarrollo. A su vez hay mucha información falsa o incompleta. Pero haré un intento en precisar el origen de esta.

Desde el 18 de octubre se han visto mega protestas en Chile por el anuncio del aumento del precio del metro en 30 pesos chilenos, unos 4 centavos de dólar americano. Pese a lo nimio del aumento, esto terminó con varias estaciones de metro quemadas y cientos de negocios saqueados y las fuerzas militares en la calle después de declarar estado de excepción y toque de queda en varias provincias. Las declaraciones el presidente, Sebastián Piñera, y sus ministros solo echaron petróleo al fuego. El viernes 25 siguió la manifestación más grande vista en Chile, quizás 1.2 millones de personas en la capital. La protesta fue en su gran mayoría pacífica.

Tras 20 muertos y protestas en decenas las ciudades, la situación se fue calmando de manera paulatina y fue levantado el toque de queda el sábado 26. Ese mismo día el presidente informo un cambio de gabinete. Pero los cambios confirmados el lunes 28 de octubre parecieron ser solo cosméticos, incluso enrocando a algunos ministros. Si bien la violencia ha amainado, no ha ocurrido lo mismo con las protestas, el viernes 1 de noviembre se realizó otra marcha masiva en Santiago.

¿Qué les enoja y qué quieren los chilenos?

Para comenzar en los últimos cinco años Chile ha experimentado un estancamiento económico que se ha traducido en un encarecimiento del costo de vida para el ciudadano común y corriente. Indica Axel Kaiser, de Fundación para el Progreso en un video que este estancamiento y encarecimiento de vida se debe a las reformas realizadas durante el gobierno de la presidente Michelle Bachelet y al aumento del tamaño del aparato estatal, el que ha crecido un 50% en 10 años.

Otro flanco que realmente molesta a la gente es la falta de tacto y desconsideración por la gente que impera en la derecha, hoy en el gobierno. Uno de los mejores ejemplos fue el Ministro Fontaine: frente al alto costo en horario punta del metro declaró a un medio que la gente “debía levantarse más temprano” si quería ahorrar dinero.

El tercer flanco es la sensación de corrupción que mancha a casi todas las instituciones, a la clase política y a las élites en general. Encuestas en la opinión pública indican malestar en la sociedad por la aparente impunidad las clases altas chilenas. Nadie de clase alta se va a la cárcel, a lo más van a clases de ética por crímenes de cuello blanco como en este bullado caso de financiamiento político ilegal. Casos de corrupción han estallado en Carabineros y Ejército. La iglesia católica está aún peor con casos de encubrimientos de abusos pedófilos.

¿Qué no quieren los chilenos?

Leyendo comentarios en las redes sociales o a políticos de izquierda se detectan un sin número de demandas como: una nueva constitución, modificación del sistema de pensiones privados, el AFP, reformas en el sistema de salud, entre otros. Estas demandas han aparentemente calado en la población, pero cuando uno conversa en la calle con el chileno promedio sobre estas parece que simplemente repitieran un discurso sin entenderlo.

Un buen ejemplo es el Sistema de Pensiones, hoy muchos quieren volver al sistema de reparto. Pero cuando empiezas a explicarles como funciona el sistema de pensiones alemán se caen sentados.

El mito del sistema de reparto

Uno de los mejores ejemplos de un sistema de pensiones de reparto o “solidario” es el de Alemania. El que puedo explicar por experiencia propia ya que vivo aquí. En este sistema debo poner proporcionalmente tres veces más de lo que imponía en Chile, y de ese monto el estado alemán me quita casi un 60% para pagar pensiones actuales. Para empeorar las cosas el sistema alemán está en quiebra, debiendo sacar el Estado recursos adicionales para tapar el hoyo. Cuando llegué Alemania el 2013 esa cifra era 81.000 millones de Euros anuales. Se estima que el 2020 esta cifra llegará a los 100.000 millones como indica el diario FAZ. En otras palabras, cada alemán debe pagar 1.200 € adicionales por año para financiar las jubilaciones actuales. La situación es tan poco prometedora que todos quienes pueden tienen un sistema adicional privado.

El sistema de pensiones AFP es uno de los mejores sistemas que existen el mundo, principalmente porque el Estado no puede robarte tus ahorros. Como todo sistema humano tiene defectos y puede ser mejorado, pero su alternativa es condenar una nación a la quiebra.

La falacia de la Constitución de Pinochet

Otro tema que siempre se menciona es la necesidad de una nueva constitución porque fue “creada en dictadura” y durante un buen tiempo parte de la población parecía apoyar tal cambio. Nuevamente aquí la mayor parte de los argumentos se cae mencionando datos sencillos, ¿deberíamos acaso también destruir toda la infraestructura pública de los años 80 porque fue “hecha durante Pinochet?. ¿No fue la Constitución acaso completamente modificada y lleva hoy la firma del presidente Ricardo Lagos?

constitucion

Este argumento de pecado de origen es demasiado débil. ¿no deben medirse las cosas acaso por su utilidad y beneficio actual?, ¿acaso no ha traído estabilidad la constitución actual? Tal argumento del origen es tan pernicioso cómo decir que un niño no tiene derecho a herencia por ser “ilegitimo”, o que ciertos desarrollos en la medicina que han salvado millones de vidas deben prohibirse simplemente porque su descubridor fue el Dr. Mengele en los campos de concentración Nazi.

La constitución chilena, como todos los objetos debe ser valorada por su valor y utilidad presente hoy. Basta ver las entrevistas de quienes participaron en su creación para saber que era gente que sabía lo que hacía. Los argumentos que es anti-democrática o imposible de hacer cambios se caen solos al ver todas las modificaciones hechas, especialmente las del año 2005 bajo el presidente Lagos.

¿Por qué tales malas ideas parecen prender?

En mi análisis hay tres factores porque tales dañinas ideas prenden:

  1. La izquierda ha hecho su trabajo. Tiene una buena capacidad para comunicar al público cuales son sus soluciones para los problemas que sufren los chilenos. Es muy buena por naturaleza en denunciar los males e injusticias de una sociedad. No importa que sus propuestas rara vez funcionen.
  2. La cara pública de la derecha chilena viene mayoritariamente de las clases sociales más altas y endogámicas de Chile. Parecen carecer de comprensión alguna por las angustias del ciudadano común, y estos a su vez los perciben como arrogantes y clasistas. La derecha está lamentablemente enfocada en explicar todo con “cifras macro”, en vez de usar narrativas e historias que viven en el subconsciente del pueblo.
  3. El punto más grave. El chileno promedio no lee y se queda con eslóganes y aun peor: el 44% de los chilenos son analfabetos funcionales, es decir, no entienden lo que leen. ¿Cómo puedes hacer que lean los pros y contras de un sistema de pensiones si no son capaces de comprender instrucciones de un remedio? Como chileno este punto me duele personalmente, en mi propio blog veo como chilenos comentan en el muro de Facebook, pero el medidor de estadísticas muestra que quienes realmente leen los artículos son principalmente argentinos, venezolanos y paraguayos (mis más asiduos lectores)

Qué quieren realmente los chilenos

Los chilenos quieren mayoritariamente 2 cosas:

  1. Que aquellos de “clase alta” que comentan crímenes efectivamente paguen con cárcel y sufran como cualquier mortal. Antes qué tener una nueva Constitución, las masas preferirían ver a los culpables de delitos económicos y corrupción en la cárcel, o aún mejor, crucificados en la Plaza de Armas.
  2. El grueso de los chilenos quiere vivir en una sociedad en que su sueldo les permita tener una vida digna, comprar su propia casa, pagar la educación de sus hijos e incluso ahorrar a fin de mes. Y ellos no son los únicos que desean esto y no lo obtienen, a nivel mundial el costo de vida se ha encarecido horrendamente para las clases bajas y medias, sobre todo en vivienda y educación.

Aquí es donde el gobierno chileno si puede ayudar mucho a los chilenos simplemente reduciendo el gasto estatal y eficientándolo. Hay miles de cosas que pueden mejorarse hoy:

Reducir el número de congresistas, mover el Congreso a Santiago y bajar la dieta parlamentaria. Otro gran ahorro sería eliminar el Transantiago, el pésimo sistema de transporte de buses público de la capital, tiene un costo de sobre 365 millones de dólares al año, dinero que deben poner todos los chilenos. Otro es eliminar todos los pagos a “exonerados políticos”, que es otra botadura de plata y manchado con escándalos de falsos exonerados. Reducir el número de ministerios, como por ejemplo ministerio de la Mujer, nada más inútil y políticamente correcto.

Y pueden hacer cosas simbólicas pero efectivas como: que haya cárcel efectiva para delitos económicos en vez de enviarlos a “clases de ética”. Antes de aumentar el “gasto social” es posible primero reducir el gasto inútil y bajar el costo a las clases más afectadas.

Otra de las grandes quejas es el poco peso que tienen las regiones en la toda de decisiones, ¿Por qué no implementar un sistema de colegio electoral como en los Estados Unidos para darles peso real en la toma de decisiones? Y obligar a la gente a votar donde vive, para evitar el acarreo de votos.

El gobierno chileno tiene muchas oportunidades para implementar soluciones rápidas y reales. Hoy ya tiene la opinión pública apoyando cambios drásticos, pero parece ser miope a ellas y recula frente a la izquierda.

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Fuente foto portada: Clarin

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