En los últimos años han aumentado aparentemente los casos de racismo y xenofobia: la crisis de refugiados en Europa, Brexit y la posterior elección de Donald Trump han alimentado la sensación de un aumento de tales casos. ¿Qué son exactamente el racismo y la xenofobia? ¿En qué se diferencian? ¿Ha habido un abuso en el uso de estas palabras en la prensa? ¿Cómo se pueden combatir efectivamente? Llamados de políticos y propaganda en las redes sociales parecen atizarla todavía más.
El comentario que el político X es “racista”, especialmente si es de tendencia conservadora, es usualmente la primera acusación que hacen sus oponentes sin siquiera entrar en detalles. He visto en muchos casos donde intercambian ambas palabras en un mismo argumento, como si significaran lo mismo. Pretendo aclarar la diferencia entre ambas palabras y explicar porque uno de ambos fenómenos parece ser hoy imperante.
Lo primero que debemos hacer es una diferencia entre racismo y xenofobia, para luego explicar porque la palabra xenofobia tampoco es una definición totalmente correcta para el fenómeno que describe.
Acotando el Racismo
Podemos definir el racismo como un conjunto de teorías o doctrinas que justifican la superioridad de una raza en particular o la inferioridad de una o más razas. Usualmente estas teorías entran en boga para explicar una situación de dominación ex post, cómo por ejemplo explicar por qué blancos europeos tenían el particular derecho a tener esclavos negros en los estados confederados en EEUU: los negros eran simplemente inferiores y era el deber de los blancos controlarlos. Cualquier teoría alternativa que aceptase el hecho que quien era esclavo u opresor era desde el punto de vista histórico simplemente algo fortuito y pudo haber salido al revés, podía poner en entredicho la situación de dominio sobre otro grupo humano. Muy pocos están dispuestos a perder gratuitamente el poder sobre otros.
Nociones de superioridad racial pueden salir caro en la arena internacional. A principios del siglo pasado se consideraba a los asiáticos simplemente como otra raza primitiva y retrasada. Tal prejuicio les salió caro a la Rusia zarista en su guerra contra Japón en 1904, a quien subestimaron. Los ingleses tampoco aprendieron la lección y pagaron terriblemente entre 1941 y 1942 cuando fueron derrotados en Asia por Japón, nación que la opinión pública británica y sus fuerzas armadas consideraban como un oponente retrasado. En pocos meses perdieron sus posesiones de Hong Kong, Borneo, Malaya, Singapur y Burma.
Hace un par de siglos atrás el Imperio Turco Otomano se consideraba a sí mismo como la civilización más avanzada del mundo, ignorando ciegamente los avances tecnológicos y políticos en occidente. El shock que sufrieron cuando Napoleón invadió Egipto y Siria dejó una marca hasta el día de hoy en el mundo islámico.
Las teorías raciales perdieron fuertemente popularidad en occidente después de acabada la SGM y conocido el genocidio del Nacionalsocialismo contra la población judía europea. La teoría de inferioridad racial, llevada a su extremo, puede abrir las puertas a eliminar al grupo supuestamente inferior. En pocas décadas en occidente se levantaron las prohibiciones de matrimonios interraciales o cualquier tipo de discriminación contra razas minoritarias. Naciones que intentaban tener un sistema de Apartheid como Rhodesia o Sudáfrica sufrieron todo tipo de presiones internacionales.
Hoy en occidente casi no quedan organizaciones políticas que promuevan teorías racistas. El NPD en Alemania no supera el 0,5% de los votos. El KKK en EEUU apenas tiene miembros. Teorías raciales son tan impopulares que grupos como el Alt-Right, de Richard Spencer, deben cambiar su simbología constantemente, sanear su lenguaje y apelar a puntos que el grueso de la opinión pública considera aceptable como: “sentir orgullo de la propia cultura”.
El caso de Spencer es bastante interesante ya que apenas tiene seguidores, pero parece ser levantado por la propia prensa para generar audiencia o para atacar indirectamente a los republicanos, como se puede ver en esta entrevista de CNN.
Veamos ahora en que se diferencia el racismo de la xenofobia.
El problema de las “fobias”
La definición más común que encontramos en internet de Xenofobia hace referencia al miedo a lo distinto. Esta es una definición bastante pobre. Particularmente porque el fenómeno que intenta describir no es miedo.
Las palabras con la terminación -fobia, desde el punto de vista clínico, hacen referencia a un miedo patológico que no puede controlarse, como la agorafobia o la aracnofobia.
Este problema se ve de manera evidente en la palabra “Homofobia”. Técnicamente la emoción que sienten quienes están en contra de los homosexuales no es miedo sino asco, tal como indican Catherine A. Cottrell, Steven L. Neuberg 2005 en su paper.
Muchos mezclan peras con manzanas al usar la palabra “fobia” con el significado de “rechazo” citando, como ejemplo, los elementos “hidrofóbicos”. Pero no caen en cuenta que las personas no son minerales u objetos inanimados.
Todos somos xenófobos por razones evolutivas
Bret Weinstein, biólogo evolutivo, sostiene que la xenofobia intenta describir la preferencia intragrupal por sobre foráneos y que la condición humana por default es ser xenófobo, siendo la excepción en occidente en las últimas décadas donde este comportamiento está “desactivado”. Weinstein tiene una presentación breve del tema aquí.
Tanto Weinstein como Gad Saad, experto en ciencias de comportamiento, indican cómo los grupos humanos se fueron autoseleccionando durante los últimos cientos de miles de años para convertirse en grupos sumamente agresivos y competitivos. Una vez que los mayores depredadores fueron eliminados o expulsados del territorio, la única amenaza real provenía de otros humanos.
Esta violencia inter especie es muy antigua y ha durado hasta el presente en tribus aisladas. En su presentación de la universidad de California, el profesor Kim Hill relata como en las tribus cazadoras-recolectoras del amazonas colombiano y venezolano, del total de las muertes registradas, un tercio de ellas eran violentas, muchas en manos de grupos foráneos.
La razón del éxito evolutivo del ser humano es haber generado una cosmovisión intersubjetiva para el grupo o tribu propia, donde los miembros del grupo son todo y quienes no pertenecen al grupo son enemigos a ser eliminados físicamente.
El mero hecho de las autodenominaciones de las tribus primigenias nos delata tal cosmovisión del nosotros versus “los otros”. En Sudamérica la palabra “Mapuche” hace referencia a la gente de “esta tierra”, no a los otros. “Selknam” en la Patagonia significa “los que somos iguales”, lo mismo pasa con las tribus mencionadas por el profesor Hill. Tal cosmovisión es sumamente supremacista. Mi grupo es superior a los otros. Mi grupo merece sobrevivir en caso de escasez, enfermedades o guerra.
El medioambiente donde evolucionaron nuestros antepasados era inclemente, con violentos cambios climáticos, pérdidas de hábitat, enfermedades y hambrunas. Sólo los grupos que tenían un gran nivel de coordinación, agresividad y xenofobia lograron sobrevivir. Esta situación sólo ha cambiado los últimos 11.700 años, donde la estabilidad climática del periodo interglaciar actual, el Holoceno, que ha permitido el surgimiento de la civilización moderna. Y cómo escribe Steven Pinker, terminó en una enorme y sostenida reducción de la violencia.
Ser rico nos vuelve pacíficos
Yuval Noah Harari, en su libro Sapiens, indica que uno de los mayores lubricantes de las relaciones entre distintos grupos humanos ha sido el comercio y el capitalismo. Este ha permitido que los grupos humanos dejaran de ver a las otras tribus como una potencial amenaza y empezaran a verlos como grupo para intercambiar recursos e información. Tal cambio ha sido lento y difícil, pero el libre comercio ha tenido efectos evidentes en sociedades con libre comercio: el dinero no tiene color de piel. Lentamente, mediante el paso de los siglos, hemos podido ver a otros grupos humanos como algo valioso e interesante de conocer. La tecnología y los medios de transportes también han ayudado, entre más uno está expuesto al lado positivo de grupos foráneos menos anticuerpos parece generar su presciencia.
Wenstein sostiene que esta situación es nueva y excepcional, si bien la desactivación de la xenofobia es hoy prevalente en occidente y hay preferencia en juzgar a la gente por sus valores, esta puede reactivarse debido a varias circunstancias, tales como: crisis económica, reemplazo demográfico y ataques políticos a un grupo racial en particular.
Algunos de estos puntos voy a revisarlos en detalle en un próximo artículo ya que hay efectivamente un aumento de manifestaciones xenófobas en occidente provocadas por la misma clase política.
Conclusión
En resumen, el racismo y la xenofobia son términos completamente distintos, siendo el primero una doctrina pseudo intelectual casi extinta en occidente. Por el otro lado la xenofobia es una característica activa o latente en todos los seres humanos. Por su parte el capitalismo y el libre intercambio de bienes han sido los instrumentos más efectivos para combatir la xenofobia.
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bien escrito. gracias
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No, gracias a ti!. Como siempre, te invito a compartir el artículo!
Saludos
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