El 15 de marzo del año 2019, Brenton Tarrant un australiano de 28 años, realizó un doble ataque en dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda. En total mató a 50 personas y fue detenido por la policía cuando iba en camino a una tercera mezquita.
Compartió en Facebook el livestream durante la masacre en la primera mezquita, permitiendo que el video se volviera viral. El video es horroroso: entra en la mezquita disparando con una escopeta, inmediatamente empieza a usar un rifle semi-automatico con un cargador ilegalmente modificado y dispara a todos los presentes en el hall central de la mezquita, luego repasa a la gente en el suelo con tiros en la cabeza. Después de varias vueltas dentro de la mezquita empieza a disparar a gente fuera del inmueble, entre ellos le dispara a una mujer que cae al suelo, esta se pone a gritar pidiendo ayuda, Brenton se le acerca y la remata con dos tiros en la cabeza, luego se sube a su auto y le pasa por encima. Todo esto lo hace con extrema tranquilidad, y, cuando maneja su auto, lo hace tranquilamente mientras escucha música.
La reacción del gobierno Neozelandés no se hizo esperar: condenó sin reparos el atentado y ha intentado evitar la distribución del video y el manifesto escrito por Brenton. Hace pocos días anunciaron una multa de 6 mil euros por la posesión del video y hasta 14 años de cárcel por su distribución. Así mismo quieren proponer leyes para restringir la posesión de armas en el país y acaban de hacer un llamado para que la población civil entregue sus rifles. Personalmente me atrevo a predecir que tales medidas no prevendrán futuros ataques, principalmente porque no toman en cuenta la naturaleza del asesino.
Las ideologías no matan per se, pero sí la presión grupal
Muchos indican que la simple ideología a la que Brenton suscribe fue lo que lo motivó a matar. Tal visión está equivocada:
Heinrich Himmler, arquitecto del holocausto, no era capaz de ver sangre y nunca presenció los crímenes que planificó. La mayor parte de los islamistas, nacional-socialistas, comunistas, supremacistas blancos no eran ni son hoy asesinos, pese a que todas esas ideologías son abiertamente genocidas. La manera que gobiernos bajo tales ideologías logran cometer genocidio es bajo presión grupal y de autoridad, logrando incluso que individuos no ideologizados cometan atrocidades.
Un ejemplo de esto último esta explicado en el libro Ordinary Men, del autor Christopher R. Browning. Donde se describe cómo un grupo de policías de Hamburgo, todos hombres adultos, de clase media y sin afiliación al nacionalsocialismo realizaron la limpieza étnica de campesinos judíos en Polonia a comienzos del año 1942. Todos quienes participaron en tales crímenes pasaron por un proceso de transformación física y psicológica, manifestando problemas psicosomáticos como mareos, vómitos, enfermedades gástricas, insomnio y todo tipo de enfermedades. Debían además estar constantemente ebrios cuando mataban. Sólo unos pocos se mostraron entusiasmados en ejecutar a sus víctimas. Muchos evitaban matar y su desobediencia fue permitida a regañadientes por sus superiores y no les castigaron, los menos solicitaron el traslado. El trabajo fue, técnicamente, voluntario. A medida que pasaron los meses fueron mostrando un proceso de desensibilización frente al asesinato a sangre fría, volviéndose menos reacios a matar civiles.
Esta lección tiene una implicancia mayor: Tú, querido lector, podrías también participar en un genocidio dadas las circunstancias correctas.
Pese a que se logró que los policías cometieran un genocidio, estos tenían inicialmente problemas para matar porque tenemos un instinto que inhibe el matar intra especie, o comúnmente conocido: el asesinato. La gente normal sólo está dispuesta a matar cuando un agresor pretende matarle o herir a seres queridos. Ahora, hay excepciones a esta regla.
Nacidos para matar
Entrevistador: ¿extrañas algo de la guerra?. Josh: Extraño cada puto segundo de ella. Video
En su libro On Killing: The Psychological Cost of Learning to Kill in War and Society, el Teniente Coronel Dave Grossman describe que después de la Segunda Guerra Mundial los americanos descubrieron que el 75% de sus tropas disparaba al aire y no a matar. Solo décadas después, en la Guerra de Vietnam, lograron que sobre el 90% disparase a matar. Para logralo cambiaron la forma de entrenamiento: las prácticas de tiro se dejaron de hacer contra un blanco redondo y se usaron figuras con forma humana. Entrenaron a los soldados de manera tal que superasen la inhibición al asesinato. Esto tuvo además la consecuencia de elevar el número de soldados con estrés postraumático, ya que no existe para el hombre nada más desgastante que intentar matar a alguien que a su vez busca activamente matarle también.
Adicionalmente, durante sus estudios también descubrieron otro fenómeno: aproximadamente el 2% de los hombres carece de esta inhibición a matar, lo que los hace asesinos funcionales dentro de un ejército.
Estos hombres no son psicópatas, al contrario, son personas con empatía por sus pares y familia, siendo además seres normales en el mundo civil. Saben trabajar en equipo y obedecen órdenes, algunos incluso disfrutan de la guerra y matar, como el soldado de la siguiente entrevista.
El autor indica que este 2% de hombres no son psicópatas o sociópatas, ya que los segundos no son capaces de obedecer órdenes o trabajar en grupo. Este 2% sólo matará cuando es socialmente aceptado y requerido por la autoridad.
Brenton quizás cae en esta categoría ya que, hasta lo que sabemos, no tiene historial previo de desensibilización mediante asesinatos previos o entrenamiento militar, pero esta condición no es suficiente para matar a 50 personas.
Megalómano y fanático
Lo que escribiré a partir de ahora es totalmente especulativo ya que carecemos de algún análisis psicológico del asesino; así mismo la psiquiatría y la psicología no son mis áreas de competencia, basándome únicamente en el manifiesto de Tarrant y en el paper “Fanatismo: interés en psiquiatría forense penal” del especialista Dr. Alberto Villarejo.
El manifiesto de Tarrant es un compendio de las creencias del etnocentrismo blanco (Alt-Right) y da señas de una personalidad megalómana: indicando claramente que espera salir de la cárcel en algunas décadas y recibir el premio Nobel de la Paz como el “terrorista Nelson Mandela”. Además indica que su “acto” tiene el objetivo de lograr la balcanización de los EEUU y disminuir su influencia a nivel mundial dado que la izquierda americana intentará eliminar la Segunda Enmienda. En mi opinión se da más importancia que la debida.
Otra parte de su comportamiento que llama la atención fue su decisión de no pedir un abogado y querer representarse el mismo en el juicio, esto ha sido también hecho por otros asesinos en masa. El hecho que haya grabado la masacre y asegurado su difusión indica claramente que quiere llamar la atención mundial.
Por su parte el Dr. Villarejo hace un análisis a las diversas concepciones del fanatismo, una de las más llamativas es la citada del Dr. T. Millon, para él un psicópata fanático “asume la identidad de un líder noble, inspirado, una figura política poderosa que propone misiones grandiosas para salvar el mundo, etc., con rasgos muy similares a la personalidad narcisista”
Un fanático, indica el Dr. Villarejo, tiene una forma distorsionada de ver el mundo, reduciéndolo a explicaciones sencillas y absolutas, cerrándose a escuchar ideas alternativas o contradictorias, llegando a la violencia para imponerlas.
Si es cierta la hipótesis que ahora presento sobre Brenton Tarrant, un hombre sin inhibición para matar, megalomano y fanático; tarde o temprano habría decidido matar basándose en cualquier ideología, sea veganismo, comunismo, nazismo etc. Su cerebro dañado sólo necesitaba una excusa. El hecho que cometería un crimen era cosa de tiempo.
Contra esto no hay legislación posible, prohibir armas o censurar el internet será tan inútil como prohibir las drogas: vuelve el problema aún peor. La única medida posible para detectar tal tipo de energúmenos a tiempo sería hacer un test psiquiátrico o psicológico al grupo de mayor riesgo: hombres jóvenes, solitarios, con acceso a armas, sean propias o de sus padres.
Conclusión
El escenario más plausible es que lo que motivó a Brenton Tarrant a matar fue su propia naturaleza enferma, si hubiese sido presa de otra ideología habría matado en su nombre también.
El público no saca nada culpando la ideología o las armas, Brenton Tarrant es el responsable único de sus actos.
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Totalmente de acuerdo con la conclusión, la prohibición no resuelve el problema de raíz, que es la detección temprana de los individuos que no son capaces de coexistir con la sociedad. Los fanatismos en todas sus variedades siempre llevan a la imposición violenta de ideales y pensamientos causando victimas fatales. Lamentablemente , la presión social que recibe el gobierno no va a permitir resolver el problema, ya que la masa no se detiene a analizar el problema de fondo, solo quiere eliminar las herramientas con la que estos crímenes se llevan a cabo dado que la palabra prohibición brinda seguridad a los que no están relacionados al tema. Un saludo desde Argentina
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