En las relaciones internacionales hay naciones que intentan abusar de su poder imponiéndose otras y ejemplos de países que cometen el error de concederle más poder a un potencial agresor con la ingenua creencia que lograrán apaciguarlo. Este año 2019 nos presenta dos ejemplos de naciones con tales comportamientos: Estados Unidos y Alemania.
Trump y el imperio ateniense
En enero del 2019 el presidente norteamericano Mr. Donald J. Trump, hizo un discurso en el Pentágono indicando sus intenciones de modernizar las capacidades de sus defensas antimisiles. Tal cambio estratégico era de esperarse dado los últimos desarrollos rusos en armas nucleares tácticas y la creciente capacidad militar china.
Hasta aquí todo bien, el problema aparece con la intención de Trump que sus aliados deban pagar por gozar de tal protección. Si esto llega a suceder, los países bajo esta protección podrían sufrir el mismo destino que los aliados de la Atenas del año 460 a.C.: la esclavitud.
Una vez derrotado el imperio Persa en manos de los griegos, Atenas formó una coalición de polis aliadas, donde todas debían aportar anualmente con barcos y tripulantes. Pero con el pasar de los años, al no haber nuevos intentos de invasión persa, el grueso de las polis perdieron la voluntad de entregar los recursos navales prometidos. A cambio de no entregar más barcos, las polis empezaron a dar dinero a Atenas.
Tal situación causó lo siguiente:
- Un enorme aumento de la flota ateniense y de su poder en el Mediterráneo.
- La disminución de la capacidad naval de los aliados
- La seguridad de las polis era cada vez más dependiente de Atenas
Coaliciones griegas en 431 a.C., Fuente Wikipedia
Esto se transformó en la perdición de la mayor parte de ellas, Atenas descubrió prontamente que podía abusar fácilmente de sus cada vez más débiles y dependientes aliados. Cuando comenzó la Primera guerra del Peloponeso, la coalición ateniense se había transformado ya en un imperio. Llegando a destruir completamente varias polis que intentaron abandonar la “alianza”.
Volviendo al caso americano, se pueden ver ciertas similitudes. Si bien el sistema antimisiles no afecta directamente al resto de las fuerzas militares de los países bajo su protección, el creciente peligro del rearme nuclear vuelve tal defensa crítica. Si los aliados americanos deciden “pagar” por tal sistema de defensa y sin tener control alguno sobre este simplemente estarán subsidiando el resto de las fuerzas armadas norteamericanas. A su vez los EE.UU. podría chantajear con retirar el sistema de defensa si un aliado no hace lo que EE.UU. quiere.
Donald Trump no es alguien que conozca mucho de historia y quizás aún no comprende las consecuencias de su solicitud, pero en ocho años más otra administración sí podría volverse matonesca una vez que tal sistema esté en funcionamiento. Ninguna nación que precie su independencia debería aceptar la demanda de Trump. Veamos ahora el caso opuesto.
Merkel, la apaciguadora
El gobierno alemán, aun regido por Angela Merkel, ha recibido fuertes críticas de sus aliados, especialmente de EEUU, por la construcción del gasoducto Nord Stream 2. Este proyecto transportará gas desde Rusia directo a Alemania, evitando Europa Oriental. Con una inversión de $11 billones USD, será el segundo de este tipo. Merkel y su ministro de relaciones exteriores, Heiko Mass, defienden a brazo partido este proyecto. Ambos dicen que este negocio “moderará” a Putin, como indica el WSJ. Ambos deberían leer la historia del siglo XX de su propio país.
Durante la década de 1930 la Alemania de Hitler tomó una posición revisionista con sus vecinos orientales, buscando recuperar los territorios perdidos en la PGM y/o unificar a los “pueblos germanos”. Inicialmente Francia no pudo armar una coalición contra las pretensiones territoriales nazis. Posteriormente Inglaterra, bajo el gobierno de Chamberlain, decide negociar con Hitler el desmembramiento de Checoslovaquia a cambio de acabar con las pretensiones territoriales alemanas. La lógica era la siguiente: al darle a Hitler lo que quería, y aumentar su poder relativo, tendría el efecto de satisfacer sus ansías expansionistas.
El resultado fue exactamente el contrario al esperado por Chamberlain, Hitler recibió la impresión que sus oponentes eran, además de débiles, cobardes. El dictador llegó a la lógica conclusión que podría dominar Europa fácilmente, millones murieron por eso.
Desde hace años Putin busca recuperar la influencia geoestratégica perdida después del desmembramiento de la Unión Soviética. Para ello ha revitalizado y modernizado sus fuerzas armadas, las que han flexionado sus músculos en Chechenia, Georgia, Ucrania y Siria. Todo este rearme y despliegue ha sido financiado con la exportación de petróleo y gas a Europa.
La exportación de gas no sólo ha sido usada por Putin para obtener dinero, sino además como método de chantaje contra sus países vecinos. Rusia cortó el envío de gas en pleno invierno a Europa a través de Ucrania los años 2006, 2009, 2014. Ese último año cortó también el suministro a Polonia en castigo por enviar gas a Ucrania. Con tal política de garrote logró duplicar los precios de venta a varios de sus vecinos. Merkel parece querer ignorar estos incidentes.

El 23,7% del consumo energético alemán es a base de gas natural, y con los exorbitantes costos e infiabilidad de las energías renovables este consumo va a aumentar. Durante los últimos 5 años la clase política y la prensa alemanas han atacado públicamente a Putin por ser antidemocrático y belicoso, pero al mismo tiempo no tienen problema en aumentar su dependencia energética de él y financiar su expansión militar con tal dinero. El WSJ indica que el 40% de las importaciones de ese recurso vienen de Rusia y el proyecto Nord Stream 2 expandirá tal dependencia.
Sea Francia, el Imperio Austrohúngaro o Alemania, Rusia tuvo siempre un contrapeso a sus intereses expansionistas en Europa Occidental. Este contrapeso sería irrisorio si Trump se retirara de la OTAN. Alemania poseía hasta 1990 el ejército terrestre más grande en Europa Occidental, hoy apenas tiene su fuerza aérea operativa y gasta poco más del 1,2% de su presupuesto en defensa.
Alemania es una nación muy rica, pero que depende de inmigración para mantener su población a flote y le está entregando en bandeja a Rusia las herramientas para dominarla. La práctica del apaciguamiento es sumamente peligrosa para la independencia de una gran nación.
El desarrollo económico y tecnológico, las constantes crisis y cambios políticos arrojan por la borda los equilibrios de las naciones. Sólo los muertos han visto el fin del conflicto
Sigue mi blog en:
Fuente foto portada: Sputnik News