por Emilio Meneses
Durante las últimas semanas, previo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, vemos gente de izquierda y derecha sacando trapos sucios acusando al oponente de ser moralmente no apto para gobernar. Tales actitudes no sólo no afectarán la decisión de voto del electorado sino además son comentarios infantiles e inmaduros. Le daré duro a un par de ellos.
Piñera y el banco de Talca.
Uno de los más usuales vistos es de parte de muchos en la izquierda de recordar que décadas atrás Sebastián Piñera fue condenado y declarado reo por la quiebra del Banco de Talca. ¿qué clase de acusación es esta?, ¿qué impedimento real para ser presidente tiene un delito financiero cometido hace 35 años y ya zanjado por la justicia? Si a las personas que tanto les gusta argumentar que eso es moralmente incapacitante, se espera que al menos jamás hubieran votado por políticos involucrados en casos como MOP-Gate, Ferrocarriles, Inverlink, Codelco, SENAME y un largo etcetera.
Si tal es el estándar entonces Guillier jamás podría haber sido candidato por el mero hecho de estar involucrado y condenado en un chantaje contra un juez. El argumento de incapacidad moral del oponente raya en lo infantil.
Guillier y los 100 millones de asesinados por el comunismo
La vereda contraria no se queda tampoco atrás, ahora que el PC formalmente dio su apoyo a Guillier salen voces furibundas recordando los millones de víctimas del comunismo y que Guillier no ha hecho ninguna condena frente al tema. Vídeos se publican y otros rasgan vestiduras frente a tales crímenes y recordando como en muchos países de la ex-órbita soviética el Comunismo ahora está proscrito por ley.
Tal argumento tiene dos problemas: primero, a nadie le importan los homicidios en otro continente décadas atrás, nos afectan realmente muy poco. Segundo, sí tal es el estándar deberían preocuparles también la gente asesinada por la DINA y el CNI; aunque fueron muchísimos menos los muertos son nuestros connacionales, sus deudos los conocemos y aún los penan. Tales personas, sean terroristas o inocentes, eran nuestros compatriotas.
¿Dónde estabas tú en la dictadura?
Otro argumento que se escucha de vez en cuando es el comentario que tal persona “apoyaba/trabajó/quiere que vuelva” la dictadura, dicho por energúmenos viviendo en un pasado que terminó hace 27 años. La mejor muestra de tal postura la vimos en la entrevista de Javiera Parada a José Antonio Kast donde, en un aparente estado de enajenación mental, la periodista le pregunta al candidato: ¿dónde estaba usted […] en la dictadura cívico-militar?, y Kast le responde tranquilamente: “yo en ese tiempo tenía 7 años, seguramente estaba viendo una película en la televisión”[1]. Parada quedó en ridículo frente al público, al parecer no sabía siquiera sumar.
Tal nivel de argumentación hace dudar de la capacidad de reflexión de algunos que participan en el debate público.
Erika Olivera, la facha pobre
Otro comentario que se ha vuelto viral en las redes sociales fue el de la ex-deportista y hoy diputado Erika Olivera, quien en una entrevista dijo que“con Guillier Chile se puede convertir en Venezuela”[2]. Los ataques contra ella no se hicieron esperar, fue tratada de todo, incluyendo el despectivo “facha pobre” o “lamebotas”. Honestamente su comentario es del mismo nivel de Bachelet cuando dijo: “cuando la izquierda sale a la calle, la derecha tiembla“[3], comentario de hipérbole propio de periodos electorales.
Ahora debo agregar algo importante, si bien tanto el comentario de Olivera como Bachelet son recibidos como insultos gratuitos en el bando contrario, la contra-argumentación de muchos que “Chile no se convertirá jamás en Venezuela” muestra cierta arrogancia y un gran desconocimiento de los sucesos históricos: Es muy fácil que una sociedad colapse rápidamente, mientras hacer que esta progrese es lento y difícil.
En 1969 Chile era sólo una sociedad económicamente deprimida por la política económica de sustitución de importaciones y el control estatal de precios. Y en menos de tres años, llegando el 10 de septiembre de 1973 ya era un estado cuasi fallido, la economía por el suelo, con manifestaciones anti-gobierno y fuerzas paramilitares pro-gobierno asolando las calles. Apenas 24 horas después Chile cayó en un gobierno militar que duró 17 años. Se requirieron décadas y mucho esfuerzo para volver a recuperar la democracia, partiendo por escribir una nueva constitución, llamar a un referendo, decidir a participar en este, respetar el resultado, la retirada de Pinochet del Ejército y otra serie de modificaciones a la ley, CDE y la Constitución. Siempre es más fácil destruir que construir algo. Chile sí se puede convertir en Venezuela si no respetamos, cuidamos al y confiamos en el bando contrario.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=B5KUd2Fo_Fw
[2] https://www.youtube.com/watch?v=n8Gd4eY8AfM
[3]http://www.latercera.com/noticia/dialogo-androide/