Este domingo 19 de noviembre son las elecciones presidenciales en Chile, donde el candidato de centro derecha, Sebastián Piñera tiene sólidas posibilidades de ganar en primera vuelta con una izquierda atomizada y desprestigiada.
Pero, aún amparado por la ley, no pretendo participar en esta elección. Siempre he sido políticamente activo, defendiendo ideas liberal-conservadoras, he ido a votar desde la primera oportunidad que tuve y he sido tanto apoderado como vocal de mesa en tres elecciones. Incluso estoy inscrito en un partido político: Renovación Nacional. Pero, si bien seguiré opinando de la situación política en Chile y es importante participar del debate público, no planeo votar en una elección chilena nunca más.
La razón es sencilla: por razones del destino vivo en Alemania hace más de cuatro años, probablemente no vuelva nunca a mí patria salvo para cortas visitas. Y por principio me opongo al voto desde el extranjero.
Evento de simulación del proceso electoral. Embajada de Chile en Suecia. Foto: Magazin Latino.
Para muchos en el extranjero votar en una elección presidencial es un intento de mantener un lazo con una patria lejana, que quieren, añoran y desean lo mejor para ella. Conozco el caso de un chileno, viviendo toda su vida en Perú, que su primera oportunidad en su vida de votar será ahora y eso lo hincha de felicidad. He escuchado el argumento que muchos quieren participar porque tienen familia en Chile y votando pueden ayudarlos, quizás están en lo cierto.
Pero mi razón es mucho más profunda: uno no debe participar en un proceso del que no pagarás las consecuencias de tu decisión política. ¿en qué me afecta ir a votar por el candidato A o B que puede ejecutar políticas nefastas si no vivo en Chile?, o aun un caso más extremo: ¿qué pasaría si en una elección totalmente polarizada el resultado de define gracias al voto extranjero?, eso pasó exactamente en Austria el año 2016 entre el partido de derecha populista y el partido ecologista, en tal caso el poder judicial decidió llamar a reelecciones por irregularidades de los votos por correo [1].
Una de las críticas que hace el pensador Thomas Sowell a muchos intelectuales, sobre todo de izquierda, es que recomiendan políticas públicas o sociales que jamás serían aplicadas a ellos mismos. Era y es fácil defender ideas socialistas y tiránicas si se vive en una sociedad libre. El voto en el extranjero nos permite aplicar al completo tal noción, jamás aprenderíamos del error de votar por un mal político porque no viviremos en carne propia las consecuencias de haberlo hecho.
Para mí, y quizás para muchos expatriados, Chile sigue siendo la copia feliz del edén y siempre será la tumba del libre. Pero no me puedo permitir la irresponsabilidad de que otros paguen por mi subjetiva preferencia política. El voto en el extranjero debe ser eliminado.