Fue quizás el mejor piloto de combate que jamás existió. Logrando 158 derribos, la mayor parte en el norte africano contra la RAF. Y era un experto en el “dog fight”.
Una de sus mayores virtudes era poder derribar un caza enemigo “dentro de la curva”. Esto significaba perseguir a un enemigo durante un giro, y mediante un giro aún más cerrado disparar al contrincante pese a estar fuera de su campo visual. En su mejor momento logró derribar en un día 17 aviones enemigos, en apenas tres salidas de combate.

El 30 de septiembre de 1942 fue un día fatídico para el Afrika Korps, habían llegado al escuadrón los nuevos Bf 109G, para reemplazar a los 109F. Marseille se negó a tripularlos por no ser mecánicamente fiables, pero una orden del alto mando lo conminó a subirse. En vuelo el motor empezó a quemar aceite, manchando el parabrisas, tras invertir el avión, Marseille saltó fuera, pero se golpeó contra el timón de cola. Probablemente inconsciente, cayó al suelo sin jamás abrir el paracaídas.
Murió con apenas 22 años.