Circula en Internet un meme que dice: “los tiempos difíciles producen hombres fuertes, los hombres fuertes generan buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles y estos engendran tiempos difíciles” Hay algo de cierto en esta historia. En occidente, sociedad fuertemente materialista, tenemos la tendencia a tener pocos hijos y queremos que posean la mayor cantidad de bienes materiales, no queremos que enfrenten las dificultades y carencias que nosotros sufrimos, pero parece haber poco énfasis en educar carácter. Muchos hoy comentan lo mal preparadas que están las nuevas generaciones, en universidades de elite en EEUU y Europa hay “Safe Spaces” para proteger a los alumnos del estrés y “Trigger Warnings” cuando deben enfrentar una información o argumento que los “pueda ofender”.
Steven Pinker y Jonathan Haidt sostienen que muchas universidades de elite están preparando a la juventud para fracasar en la vida. Yo tengo la siguiente propuesta educativa: no debemos darles todo y protegerlos de todo, al contrario, debemos darles poco, prepararlos para todo y exponerlos a todo lo malo del mundo.
No protejas a tus hijos, prepáralos
Personalmente tengo otros planes para mis hijos, sean varones o mujeres. No planeo intentar dejarles un mundo mejor, principalmente porque no tenemos control sobre este. El día de mañana el mundo puede colapsar pese a nuestros mejores esfuerzos. Guerra, hambrunas, catástrofes, peste, violencia política o criminal, todo eso está completamente fuera de nuestro control, no importa cuantas horas trabajemos en la oficina o cuantos kilos de plástico reciclemos. Lo único sobre lo que tenemos control real son las herramientas, conocimientos y experiencias que podemos entregarles. Tampoco quiero protegerlos del peligro, sino exponerlos a este “de manera controlada” y que desarrollen las defensas e instinto necesarios para defenderse solos.
El mundo que conocemos puede cambiar rápidamente, y para peor
Son muchas las habilidades que quiero enseñarles o que aprendan de un maestro: el dominio de varios idiomas, conocimientos profundos de historia, pensamiento crítico, ciencias, habilidades blandas, capacidades básicas de carpintería, mecánica, electricidad y plomería, deportes. Manejo de armas y defensa personal están a la cabeza de mi lista y son obligatorios, prefiero que mi hija sea capaz de repeler físicamente a un agresor en vez que escriba en Facebook la historia de cómo fue violada en una fiesta, como está de moda hoy.
Pero esta actitud requiere algo que usualmente no nos enseñan directamente, debemos empujar a nuestros hijos a ser mejores que nosotros. Apoyarlos en actividades en las que pueden perder la vida incluso, pero para explicar esa lógica debo primero narrarles un mito.
El mortal y la diosa
La mitología griega nos dejó historias que hablan de la naturaleza humana, la tragedia y el heroísmo de vivir. Una de ellas es la del rey Peleo, la ninfa Tetis y el hijo que tuvieron.
Tetis, una ninfa del mar de particular belleza, era cortejada por Zeus y Poseidón, los dioses más poderosos del Olimpo. Pero el Oráculo profetizó que el hijo de Tetis sería más poderoso que el padre. Frente a este detalle los dioses prefirieron olvidarse de Tetis. Un Dios no puede aceptar que su hijo le supere, sólo él puede dominar el universo.
Pero ese no era el caso de Peleo, Rey de los Mirmidones. Él era mortal, y como todo buen mortal quiere que su hijo llegue más lejos que él. Peleo aceptó casarse con Tetis y el hijo de esa unión fue llamado Aquiles, el héroe en la Ilíada de Homero.
Tetis abandonó prontamente a Peleo y volvió al mar. A petición de Peleo Aquiles fue entrenado por el centauro Quirón, amigo de juventud del rey. Cuando los Mirmidones fueron llamados a combatir en Troya Peleo ya era viejo, por lo que envió a su hijo en su nombre. Tetis intentó esconder a Aquiles para que no fuera a la guerra disfrazándolo de mujer, pero fracasó en su intento. Luego, al saber del designio del Oráculo que Aquiles tendría una vida gloriosa pero corta y moriría en combate, encargó al dios Hefesto que le fabricara un escudo y armadura para protegerlo en batalla.
¿Les suena conocida tal historia? Un matrimonio que fracasa, un hijo entrenado por orden de su progenitor y debe asumir los mismos deberes del padre, una madre que intenta proteger a su hijo del mundo, pero luego le da herramientas para enfrentarlo mejor, incluso si está condenado a morir. Los personajes heroicos no salen del aire.
Yo quiero ser el padre de Aquiles
Quiero, figurativamente, ser el padre de Aquiles, que mi prole sea capaz de superarme en todos los ámbitos posibles. No voy a avergonzarme cuando me superen, es más, voy a estar orgulloso. Esa es la meta que todo buen maestro debe tener.
No podemos garantizar la vida de nuestros hijos. Incluso Aquiles, el héroe más poderoso, encontró la muerte en batalla. Nuestros hijos son seres independientes con voluntad propia, deseosos de conocer el mundo y vivir sus propias aventuras. Tampoco podemos transformar el mundo en un Kindergarten, ni los dioses pueden. Sólo podemos tener muchos hijos y prepararlos para lo conocido y lo imprevisible.
Esta es la mejor chance que tienen, transformarlos en seres resistentes que no culpen al mundo de sus desgracias y sepan enfrentarlo.
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Foto Portada: “La Furia de Aquiles” https://www.oceansbridge.com/shop/museums/hermitage/fury-of-achilles
Artículo publicado el 07.09.2019, corregido el 27.09.2021
Excelente columna, una de las mejores que te he leído.
Ciertamente, siempre debemos estar preparados para el peor escenario posible y preparar de la mejor manera posible a nuestra descendencia, nunca será suficiente pues el mundo es inpredecible y sus variables de comportamiento cada vez más difíciles de entender y anteponerse a sus efectos.
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Gracias!, Como siempre se agradece compartirlo!
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