Esta semana sucedió algo inaudito en la península coreana: ambas naciones acordaron firmar una paz definitiva después de estar técnicamente desde 1953 en guerra. En un hecho inédito, el dictador norcoreano cruzó la frontera y saludó amistosamente al presidente surcoreano, para luego el segundo cruzar al norte de la frontera para posar para las cámaras. Tuvieron un banquete con sus esposas, intercambiaron cortesías y acordaron eliminar las armas atómicas de la península.
Hace apenas algunos meses corea del norte todavía amenazaba con una devastación nuclear defensiva y destruir las fuerzas opresoras del imperio. El año pasado Kim fue tan osado que envenenó a su medio hermano mientras estaba en Tailandia. ¿Cómo es posible que después de 65 años e innumerables crisis, provocadas por ella misma, la dictadura de Corea Nel norte esté ahora tan dispuesta a buscar la paz? No hay aparentes cambios internos en el gobierno norcoreano, pero sí se puede encontrar fuertes cambios y novedades en el exterior.
Hace pocos meses, el presidente norteamericano, Donald Trump, indicó desde el mismo podio de las Naciones Unidas que Corea del Norte enfrenta su aniquilación. No tengo recuerdo ni referencias de algún presidente de la mayor potencia del mundo que amenace con destruir a otra nación mientras habla en la ONU.
Al mismo tiempo Trump ha impuesto las mayores sanciones hasta ahora vistas contra Corea del Norte. Incluso convenciendo a China, único aliado de los norcoreanos, de ejecutarlas. Tales sanciones, como indica el Wall Street Journal [1] han tenido un tremendo efecto en la economía de tal régimen comunista. Adicionalmente China parece tener un genuino interés en acabar con el programa nuclear norcoreano. Su mera existencia juega contra sus planes a largo plazo de ser la potencia dominante en la región. Tales bombas sólo han logrado que Corea del Sur, Japón y Taiwán aumenten su gasto en defensa y estrechen su alianza con EEUU.
Actores racionales
Kim es un actor racional, y le interesa preservarse en el poder, durante décadas su régimen consideraba que desarrollar tal programa nuclear le permitiría chantajear a sus países vecinos para obtener ayuda económica y poder mantener a raya cualquier intento de agresión norteamericano. Tal estrategia funcionó sin problemas por años. Pero ahora la situación cambió en 180 grados: Un nuevo presidente norteamericano con fama de impredecible ha llegado al poder y ha amenazado públicamente con reducir su régimen a cenizas. Realizando mayores y más usuales ejercicios militares en la península coreana, lo que se ha traducido en un desgaste de las fuerzas de corea del norte, obligadas a estar en constante alerta. Para peor ya ha cumplido dos veces sus amenazas militares bombardeando Siria, una nación que está protegida por las fuerzas militares rusas. Los nuevos embargos han puesto a su nación en una situación insostenible, hasta China los está implementando. Y para finalizar, la guinda de la torta fue poner en puestos críticos a hombres reconocidos por su agresividad militar: James Mattis y John Bolton. Ambos han apoyado, con distintos matices, el uso de la fuerza contra la dictadura coreana. El conclusión para Kim fue clara: no es posible seguir usando la misma estrategia para sobrevivir, es mejor ahora buscar acuerdos en base a la desescalación.

Por su parte Trump también actuó racionalmente, concluyó que los intentos diplomáticos tradicionales de las últimas décadas no habían dado los resultados esperados. Años de ofrecer ayuda económica por desarme sólo volvieron a Corea del Norte más agresiva y ambiciosa. Lo que lo llevó a usar una nueva estrategia: amenazar abiertamente con la destrucción de su oponente si no corregía el rumbo. Su escalación retórica y militar tenía como objetivo forzar a Corea del Norte a negociar una salida pacífica. Tomó además un riesgo, cuando Kim envió por medio de diplomáticos surcoreanos una propuesta para que ambos se reunieran, Trump la aceptó inmediatamente. Nunca antes un presidente norteamericano había aceptado tal tipo de oferta. Uno de los objetivos primordiales del régimen norcoreano es obtener reconocimiento internacional, ¿qué mayor reconocimiento que una reunión con el líder de la súper potencia? Trump le ofreció algo realmente preciado a cambio de sus armas: status internacional. Tal reunión será posiblemente en Junio en un lugar por definir y permite a Kim mostrar a su público interno que dejar las armas nucleares fue por voluntad propia.
Ser bueno mientras no haya otra opción
No debemos engañarnos, ni la política interna, ni el ethos o la forma de pensar del régimen norcoreano han cambiado. La única razón que Kim ha decidido aceptar un proceso de paz y desarme es por la amenaza de destrucción hecha por el gobierno norteamericano. Trump ya cumplió 2 veces una amenaza militar contra otra dictadura socialista. Kim sabe que las palabras de Trump no son promesas vacías y va a aceptar tal plan de desarme mientras este último siga en la Casa Blanca. Si mañana Trump dejase de ser presidente, Kim volvería al juego anterior. El único lenguaje que entienden los dictadores totalitarios es la fuerza bruta.
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