Robert E. Lee, el hombre detrás de la estatua

Una de las mayores frustraciones que tienen los arqueólogos es lo difícil que es encontrar estatuas de tiempos antiguos intactas. Las estatuas, al ser símbolos del poder o religión de turno, suelen ser las primeras víctimas de una revolución política o guerra. Hoy lo que ocurre en EEUU no es la excepción.

En varios ex estados confederados se tomó la decisión de remover estatuas y monumentos a Robert E. Lee y a su segundo al mando Thomas “Stonewall” Jackson.  Indicando que representaban un pasado discriminador y de supremacía blanca que va contra los valores universales modernos. Esto catalizó protestas contra la remoción de las estatuas y violentas contramanifestaciones que dejaron un saldo de 3 muertos y ha polarizado aún más el ambiente en EEUU.

Pero para culturizar un poco a mis queridos lectores quiero contarles que tales estatuas no se construyeron para recordar un pasado supremacista, sino para levantar la moral de unos estados azotados por la guerra más devastadora que tuvo o ha participado el país del norte. Para esto debo explicar brevemente la historia del general Lee, la cual se puede encontrar en mayor detalle  en los cursos del profesor Gary W. Gallagher en su texto “Robert E. Lee and his High Command”[1], sobre el cual me estoy basando

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Robert E. Lee es un hombre que destacó siempre sobre el resto en la academia militar de West Point, donde fue superintendente y se hizo un nombre en la guerra contra México. Una vez comenzada las hostilidades entre el norte y el sur su reputación hizo que el presidente Lincoln le ofreciera liderar el ejército de la Unión. Pero Lee decidió rechazarlo por un motivo bien particular que describe es sus memorias: “el estado de donde provengo es Virginia y este tomó el lado de la confederación. Ahí están mi familia, amistades y lealtades“. Dudo que alguno de nosotros hubiera tomado una decisión distinta estando en sus zapatos.

Comenzó la guerra sin mucho brillo defendiendo un estado del sur, luego fue movido como asesor del presidente de la confederación Jefferson Davis, para luego tomar mando del ejército de Virginia del Norte luego de la “democión” del general anterior. La tarea que tenía Lee era titánica: tropas de la unión se acercaban peligrosamente a la capital confederada, además la moral estaba sumamente baja tras sufrir una derrota tras otra en manos de la Unión.  Logró revertir el curso de la guerra en pocas semanas obligando la retirada enemiga, volviéndose un héroe para la confederación.

Lee es un general hasta hoy considerado sumamente moderno e innovador en sus tácticas y, además, demostró una excelente comprensión de la dinámica política y social de una democracia en guerra.  Tanto la Unión como la Confederación eran repúblicas democráticas, y Lee sabía perfectamente cómo hacer la guerra de manera de influenciar la moral propia y enemiga, combinando además el cuándo de sus batallas para interferir el proceso electoral enemigo.

El efecto en la moral propia y enemiga fue tal que él terminó siendo la encarnación de la república confederad. Toda la población,tanto cómo en el norte y como en el sur, estaba pendiente en la  prensa de sus andanzas, y Lee lo sabía.

Su renombre era tal que en la batalla de Gettysburg, la mayor derrota que sufrió la confederación, el mero hecho que Lee lograra escapar con parte de sus tropas fue considerado una victoria por la Confederación. Por el otro lado el presidente Lincoln escribió furioso una carta a su alto mando fustigándolo por dejar escapar a Lee. Curiosamente Lincoln decidió no enviarla por lo duro de su contenido, pero se preservó para la posteridad. Su influencia no sólo fue crucial para la continuación de la guerra, sino además para su término: la confederación se rindió inmediatamente cuando Robert E. Lee se rindió a Ulysses Grant. En él yacía toda esperanza de victoria, y con su rendición tal esperanza murió.

Durante el conflicto su visión de poner todos los esfuerzos de una nación al servicio de la guerra quedó de manifiesto cuando el gobierno confederado le preguntó, ya avanzada la guerra, cómo podían hacer frente a la enorme asimetría de fuerza entre una Unión, con 18 millones de habitantes y muy industrializada, contra una Confederación con apenas 9 millones y pobre, de los cuales 3.5 millones eran esclavos. Su respuesta fue simple: ofrecer a todos los esclavos negros que decidan enlistarse en el ejército confederado la libertad inmediata y además un terreno propio. El rechazo a su propuesta fue categórico, la confederación no había comenzado la guerra para defender sus “peculiares instituciones”, cómo gustaban llamar a la esclavitud, para deshacerla en medio de la guerra.

Terminada la guerra, Lee hizo enormes esfuerzos para lograr la reconciliación del norte y del sur, llamándose a si mismo en público como “un ciudadano de los Estados Unidos“. Su popularidad era tal que el partido Demócrata, pro esclavista y simpatizante de la secesión, intentó convercerlo de ser candidato a la presidencia. Lee rechazó la oferta, en parte por su grave estado de salud.

Una vez terminado el conflicto el panorama era desolador para los estados confederados, habían perdido al 20% de su población masculina en una guerra cruentísima y tenían la moral por los suelos. Adicionalmente la clase política confederada cambió totalmente su discurso de porqué fue a la guerra, borrando con el codo todo lo escrito sobre preservar la esclavitud. Bajo esta situación se levantaron estatuas y memoriales a Lee y a “Stonewall” Jackson buscando construir una narrativa de lo “heroico” y “galante” de los actos de sus héroes de guerra, y que pese a perder la guerra, su desempeño fue “descollante” y digno de admiración, y  que “lucharon para proteger la libertad de los estados frente al gobierno federal“. Se construyó toda una narrativa ex-post para justificar la guerra ignorando el tema de la esclavitud y levantar la moral de una población marcada por la derrota. Mucho de esto se hizo con el beneplácito de la Unión, para ellos era preferible exagerar la gesta de Lee que admitir la incompetencia de muchos de sus generales que Lee derrotó fácilmente. Hoy en día nuevamente vemos gente reescribiendo la historia, dándole un simbolismo distinto a tales estatuas.

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Estatua vandalizada en Duke. Fuente TPM

La historia de Robert E. Lee es compleja y sobresaliente, y su sombra es tan grande que llega hasta los EE.UU. actual, hoy podemos decir con confianza que peleó del lado equivocado. Pero dudo que alguno de nosotros habría tomado decisiones distintas o mejores estando en su pellejo.

[1] http://www.thegreatcourses.com/courses/robert-e-lee-and-his-high-command.html

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