No suelo escribir sobre eventos aún en desarrollo, principalmente porque no toda la información está disponible para hacer un análisis definitivo. En Afganistán aún no cae el polvo y la sangre de los muertos todavía esta fresca de un atentado suicida. Anoche, antes de irme a dormir, se informaban de tres soldados norteamericanos y decenas de afganos muertos en un atentado de ISIS en el aeropuerto de la capital, hoy la cifra aumentó a catorce y cien.
Tampoco sabemos qué va a pasar con el nuevo gobierno de los Talibanes, ni de qué sucederá después del límite del 31 de agosto que le dieron a los EE.UU. y sus aliados para abandonar el país.
Lo único que puedo indicar es que los EE.UU. se han autoinflingido una derrota y humillación monumental en la arena internacional.
Joe Biden olvidó que hay algo que los pueblos odian más que la guerra: la derrota, y hay algo que aman más que la paz: la victoria. Al menos Donald Trump entendía eso a nivel instintivo, siempre hablaba de ‘so much winning’ por algo.
Una gran nación jamás debe ceder poder gratuitamente y abandonar a un aliado, menos tomar decisiones apresuradas sin consultar con el resto de su coalición militar. Para empeorar las cosas, miles de ciudadanos occidentales aún estaban atrapados en el país cuando hicieron su retirada. Ni siquiera se dieron la molestia de extraer primero su material de guerra, hoy en manos de los talibanes.
Veinte años de guerra y sufrimiento para nada.
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Fuente Foto Portada: Twitter
Pluma Hoplita 