Durante este año me he enfocado en estudiar la crisis geopolítica que atravesaron Chile y la Argentina desde 1870, y que llegó a su punto álgido en 1898.
Ya varios libros he leído que se enfocan en este conflicto del s. XIX: Castagneto & Lascano, ‘Prat, Agente secreto en Buenos Aires’, Robert Burr ‘By Reason or Force’, Mario Barros Van Buren ‘Historia Diplomática de Chile’ y Jaime Eyzaguirre ‘Chile durante el gobierno de Errázuriz Echaurren’.
Salvo el primero, el resto de los autores tiene un punto de vista netamente chileno y explican muy bien la forma de pensar de los gobernantes chilenos y el sentimiento de la opinión pública local. Pero tienen un punto ciego sobre el fuero interno de los gobernantes argentinos, muchas veces repitiendo rumores de la prensa local. A veces solo infiriendo sus intenciones a través de sus interacciones con agentes chilenos.
Muchas de las acciones que tomó el gobierno argentino me parecían abiertamente irracionales, incluso peligrosas para ellos mismos. La misión al río Santa Cruz del comodoro Py en 1878 fue realmente suicida. ¿Por qué actuaron como lo hicieron? Esto es un enorme agujero en la literatura chilena del periodo, muchas veces tratan a los argentinos como una caja negra, sin saber qué pensaban realmente.
Incluso el libro de Castagneto y Lascano, es bastante escueto en las razones que llevaron al gobierno de Avellaneda a enviar su flota naval a la Patagonia en 1878. Menos información tenía del fuero interno de sus gobernantes en 1898, durante el punto álgido de la crisis.
Los libros leídos para contrastar los escrito por von Rauch fueron varios
Llegué al libro de George von Rauch ‘Historia de las guerras argentinas y el conflicto limítrofe con Chile 1843-1902’ recomendado por un querido seguidor argentino en Twitter. Según él, en el libro se encuentran otros datos que discrepaban con la narrativa entregada por los historiadores chilenos y explica el punto de vista argentino.
George von Rauch, estadounidense de origen alemán, fue piloto de guerra en Vietnam. Doctorado de la New York University. Se dedicó a estudiar historia argentina, de la que ya tiene varios libros. Este es su último, publicado en el año 2024.
Su libro logra, en buena parte, cerrar ese agujero. Entrega un excelente resumen del contexto histórico, las creencias, sesgos y el pensamiento de la clase política argentina entre 1870 y 1904. Me ayudó a cerrar el agujero en el conocimiento de la época, entregando sentido y contexto al actuar del gobierno trasandino. Tales puntos quiero narrar aquí.
Lamentablemente, el libro tiene defectos graves que le impiden ser una investigación seria. Estos defectos son incluso más extensos de narrar que las partes buenas del libro. Evidentemente, comenzaré con las partes buenas.
Punto bueno: Los malones araucanos y la Conquista de Desierto
Quizás el tema más importante que toca el libro, y que forja parte de las relaciones con Chile, son las asonadas de indios araucanos que salen de Chile, asolando la pampa húmeda argentina.
Después de la destrucción de Buenos Aires en 15371, se dispersaron por la pampa rebaños bovinos y equinos traídos por los españoles. Estos encontraron una geografía ideal para multiplicarse. Permitiendo el posterior desarrollo económico argentino y de los indios locales.
Pero a su vez eso atrajo en interés de indios araucanos del otro lado de la cordillera. El primer malón araucano ocurrió en 1609 y solo fueron en aumento hasta la llamada ‘Conquista del Desierto’.
La estrategia de ataque india era muy simple: Cuál horda mongólica, jinetes a caballo y con lanza, acompañados por otros de a pie, atacaban un poblado indefenso. Quemaban los edificios, asesinaban a todos los hombres adultos, se llevaban como esclavos a las mujeres y los niños, y arreaban todo en ganado que encontraban.
Esta forma de saqueo hizo estragos en la Argentina. Von Rauch indica que entre 1820 y 1870, los araucanos robaron 11 millones de cabezas de ganado vacuno y 2 millones de caballar. Mataron o secuestraron a más de 50 mil personas2. Y se llevaron 20 millones de pesos de oro. Si sólo el número de muertes y secuestros es cierto, es un daño enorme en una población que en 1850 bordeaba los 800 mil habitantes.
Si bien Rosas hizo contraataques que lograron menguar los malones, estos volvieron con fuerza después de la caída de su gobierno, volviéndose aún peor con el inicio de la guerra civil entre 1853 y 1860. Usualmente, la manera de mantener a los indios “pacificados” era pagarles tributo en ganado, tabaco y alcohol. En 1876 eso incluyó 43.292 caballos y yeguas. Por supuesto, los caciques rompían su palabra y atacaban a placer3.
Recién en el año 1878, iniciada la ‘Conquista del Desierto’, liderada por el general Roca, se pusieron fin a estas correrías. Usando principalmente caballería e indios aliados, el General Roca destruyó sistemáticamente los campamentos araucanos en la Patagonia. Al mismo tiempo envió unidades hacia la cordillera, para evitar que los indios pudieran huir a Chile. En total 15 mil araucanos fueron tomados prisioneros, 1.300 fueron muertos y miles de kilómetros cuadrados fueron puestos finalmente bajo control del estado argentino4.
El daño que causaron los malones de indios provenientes de la Araucanía y la posterior destrucción de tales atacantes son temas completamente ignorados en la literatura chilena.
Punto bueno: Los sesgos que tenían los líderes argentinos sobre Chile y los malones
Para 1870 la población argentina y sus líderes políticos estaban convencidos de que los malones araucanos se hacían con el beneplácito de funcionarios del gobierno de Chile. Pensaban que caciques indios, que lideraban los ataques, tenían una doble vida en Chile. ¡Siendo incluso funcionarios de gobierno! Von Rauch repite ejemplos que son completamente inverosímiles5.
Textual:
«El cacique Juan Agustín, de negra fama por sus atrocidades en Mendoza, era en Chile Juan Agustín Terrado, honradísimo propietario, nombrado por aquel gobierno subdelegado suyo y juez de Barrancas, el cacique Caepe Neuquén era persona de prosapia, como estaba casado con una sobrina del distinguido general Bulnes»6.
Como el gobierno chileno no tomaba control de la Araucanía, los líderes argentinos sospechaban que, además de sacar provecho con la venta del ganado robado, el gobierno chileno era aliado de los indios. Von Rauch incluso acusa que «El comercio de ganado robado realizado entre indios y chilenos era evidentemente el factor motivador de la guerra salvaje que asoló la frontera».
Para empeorar las cosas, los avances que hacía Chile en Magallanes y Río Negro durante la década de 1870 fue interpretado como una «maniobra de Chile para desviar la atención de los ataques araucanos», y aplazar la absorción de la Patagonia por parte de Argentina7.
Bajo esta perspectiva, hace completamente sentido la misión del comodoro Py a ocupar el Río Santa Cruz, por peligrosa y arriesgada que fue. Asumo que el gobierno argentino temía que Chile desbarataría todo lo ganado por el General Roca.
También von Rauch indica que los argentinos, durante 1890, estaban convencidos de que Chile quería seguir expandiéndose a costa de Perú y Bolivia. Añade que pretendíamos ir a la guerra con Argentina en 1898 como distracción a la situación económica y social que atravesábamos. E insinúa que esa fue la razón de ir a la guerra del Pacífico.
Bajo tal perspectiva, hacía sentido armarse si asumen que Chile, «inventaría un incidente» para ir a la guerra con Argentina8. Von Rauch describe, con lujo de detalles, todo lo que los políticos argentinos más antichilenos pensaban.
Otro punto bueno, la economía argentina:
Von Rauch describe muy bien la estructura económica de la Argentina de 1850 en adelante, y como se desarrolla. Gracias a la industrialización, ferrocarriles y barcos frigoríficos pueden ser transportadas enormes cantidades de carne congelada y grano a EEUU y Europa. El uso de las enormes áreas fértiles de la pampa húmeda, ahora ya libre de la amenaza araucana, logró convertirse en la gran fuente riqueza de la Argentina.
También denuncia el mal manejo económico del gobierno argentino. Imprimiendo papel moneda de manera irresponsable. De 1884 a 1891 el peso argentino perdió un 60% de su valor. Por supuesto, en 1891, el gobierno argentino, muy endeudado, ¡repudió su deuda externa!9. Los gobiernos argentinos no han cambiado tanto como creemos.
Un punto excelente: los planes de guerras argentinos contra Chile en 1902
Otro punto a rescatar del libro es que describe, de manera general, el plan de guerra argentino contra Chile. Esto incluia10:
- Rápida captura de Punta Arenas mediante asalto de infantería que vendría por la Patagonia.
- Capturar Tarapacá, para esto su ejército debía pasar por Bolivia, lo que refuerza las acusaciones de Barros Van Buren de una alianza secreta.
- La Armada argentina iría por el Cabo de Hornos hacia el Pacífico, no indica hasta qué altura planeaban llegar, o si entrarían al estrecho de Magallanes a apoyar la captura de Punta Arenas
Entrega además un resumen del gasto de defensa comparado entre Chile y Argentina entre 1890 y 1902. Entre tales fechas, von Rauch sostiene que Argentina gastó casi el doble que Chile en sus FF.AA
| Gastos militares comparados de la Argentina y Chile: 1890-1902 (USD Dólar, sin año) | ||||
| Año | Argentina | Presupuesto % | Chile | Presupuesto |
| 1890 | 7.335.351 | 20 | 6.942.600 | 18,42 |
| 1891 | 7.121.409 | 22 | 20.402.160 | 50,89 |
| 1892 | 12.955.287 | 40 | 5.511.160 | 19,06 |
| 1893 | 14.267.790 | 40 | 6.332.280 | 29,5 |
| 1894 | 14.271.790 | 39 | 5.007.760 | 29,52 |
| 1895 | 14.294.899 | 32 | 11.028.925 | 24,22 |
| 1896 | 33.326.085 | 45 | 17.716.710 | 33,90 |
| 1897 | 28.745.241 | 49 | 8.403.610 | 42,26 |
| 1898 | 37.326.510 | 32 | 7.839.580 | 43,47 |
| 1899 | 28.745.241 | 40 | 7.349.800 | 23,53 |
| 1900 | 17.145.059 | 26 | 10.593.605 | 18,46 |
| 1901 | 16.479.801 | 26 | 10.493.605 | 23,54 |
| 1902 | 23.795.257 | 29 | 19.219.405 | 43,49 |
| Total | 258.684.427 | 137.994.900 | ||
Fuente gráfico: von Rauch p.385 11
Para peor, su economía ya era cuatro veces más grande, como se puede apreciar en el gráfico. La diferencia económica solo iba a seguir aumentando durante el s. XX

Fuente PIB: Maddison Project 2018. Gráfico: elaboración propia
Dada tal situación, es comprensible que políticos chilenos en 1898 planeaban enfrentarse lo antes posible a la Argentina y a Bolivia. Entre más pasaba el tiempo mayor era la diferencia de tamaño. Sería interesante saber cuál era el plan chileno de guerra para la época.
Las cosas malas del libro
Como dije inicialmente, los puntos malos superan por mucho a los buenos. La lista de problemas que tiene es larga.
Iré mencionándolos de menor a mayor grado
- Faltan varios cuadros mencionados en el capítulo 3, sobre crecimiento económico.
- Faltan varias citas mencionadas a lo largo del libro.
- Von Rauch tiene la mala costumbre de aglutinar distintas fuentes en una sola cita. Varias veces es imposible saber cuál libro citado hace referencia a un texto.
- Algo bastante “snob” que hace el autor son cambios de apellido a personajes históricos: Pratt en vez de Prat, Carreras por Carrera, Piñeiro por Piñero, Almeida por Almeyda. Resta seriedad a su estudio. Quizás hace lo mismo con otras fuentes.
- Von Rauch tiene un conocimiento superficial de la historia de Chile. Por ejemplo, indica que Chile fue fundado en Copiapó “de la nueva Extremadura”12. Confunde nombres con apellidos del ministro José Alfonso Cavada13.
- A medida que avanza el libro, se empieza a llenar de un lenguaje patriotero, de esos que se escucha en una parada militar: “El ejército argentino, forjado en el crisol de la Guerra del Paraguay” 14.
- Inventa incidentes de los que no existen registros, en 1883 indica un choque entre tropas chilenas y argentinas en “Pulmari”15. Describe otro incidente en 1929, bajo el gobierno de Ibáñez, supuestamente Chile quería invadir la Patagonia. No he encontrado literatura alguna que confirmen tales incidentes.
- Indica que el Ejército libertador que cruzó los Andes, salvo O’Higgins y Freire, estaba compuesto “exclusivamente” por argentinos16. Esto es, a todas luces, falso. Tropas chilenas que seguían a O’Higgins y a Carrera cruzaron la frontera hacia Argentina después de la derrota de 1814, las que se unieron a las fuerzas de San Martín.
- Asume que todos los sesgos que tenían los argentinos de Chile eran ciertos: 1. Que estábamos confabulados con los araucanos. 2. Que queríamos seguir expandiéndonos a costa de Bolivia y Perú. 3. Que fuimos a la Guerra del Pacífico debido a nuestra situación económica. Y, 4. Que queríamos ir a la guerra en 1898 por lo mismo. Tales nociones sólo existían en la cabeza de políticos argentinos (y las creían genuinamente). Pero, en la literatura que he revisado, no existe ninguna evidencia que sostenga tales afirmaciones. Von Rauch las repite varias veces como si fueran ciertas.
- Culpa además a Chile de apoyar al rebelde Felipe Varela, y según «fuentes confiables»(sic), Chile le proveyó de tropas y armas para su guerra17. De nuevo, no he visto ninguna prueba o mención en fuentes chilenas al respecto.
La noción de que Chile se confabulaba con araucanos y Felipe Varela para desestabilizar a la Argentina suena más a teorías conspirativas. Es la necesidad humana de culpar a otros de los fracasos propios. Von Rauch lo asume como cierto porque va en la línea de la narrativa que quiere construir.
Cosas que von Rauch omite en su libro
Adicionalmente, gracias a que ya he leído suficiente literatura del periodo, pude caer en cuenta de muchos sucesos internacionales importantes que von Rauch no menciona en su libro. Entre estos:
- La díficil de integración de los extranjeros a la Argentina: En 1895 Argentina llegó a tener 3.9 MM de habitantes, de los cuales un 25% eran extranjeros, principalmente italianos. Estos venían atraídos por los mejores sueldos, 2 a 3 veces más altos los que tenían en Italia18. Von Rauch no lo menciona, pero su integración no fue fácil. En 1878 Arturo Prat, quien estaba en una misión especial en Buenos Aires, escribe que tales inmigrantes eran la “hez de sus sociedades”, como se indica en el capítulo 13 de ‘Prat, Agente secreto en Buenos Aires’ de Castagneto y Lascano.
- Apenas menciona el gobierno de Rosas y lo sanguinario que fue, y que decenas que Argentinos se refugiaron en Chile. Tal flujo de refugiados crearon fuertes lazos de amistad entre las élites de ambos países. Von Rauch deja de lado ambos sucesos.
- No menciona que el parlamento argentino aprobó el pacto de alianza secreto con Perú y Bolivia, en 1874, solo que Tejedor se opuso en 187219. Chile se enteró de tal aprobación y de los detalles del pacto ese mismo año.
- No menciona que el Pacto de la Triple Alianza de 1865, para repartirse territorios del Paraguay, fue firmado en secreto20. La revelación de tal tratado causó condena internacional.
- Oculta que el pacto de 1889 Quirno Costa-Vaca Guzmán entre Argentina y Bolivia donde intercambiaron la Puna de Atacama por Tarija fue firmado en secreto. Y según von Rauch, “Argentina no sabía que Chile había ocupado la Puna”21. Esto último es imposible de creer. En 1888 Chile creó la gobernación de Atacama, donde se incluía la Puna como chilena. La revelación de este pacto hizo concluir a muchos chilenos que la guerra era inevitable.
- No menciona que Chile estuvo dos veces a punto de ir a la guerra con los EEUU, en 1882 y 1892. Mientras Blaine fue secretario de estado estadunidense. Tampoco menciona que Estanislao Zeballos ofreció ayuda militar a los EEUU en febrero de 1892, cuando fue canciller. Tal como se indican en los mismos registros NARA que él también cita22.
Como nota adicional, mientras Estanislao Zeballos era canciller, fue que Argentina comenzó su carrera armamentista contra Chile. Zeballos, muy culto y prolífico escritor, era también profundamente nacionalista y rabiosamente antichileno. Van Buren entrega uno de sus escritos de 1901 contra Chile en su libro “Historia Diplomática…”23.
“Si Chile busca la solución en las batallas, tendremos que aceptarlo, haciendo un paréntesis, penoso aunque fructífero, a nuestro progreso para eliminar de una vez por todas de Sudamérica la industria bárbara de la guerra que desde hace 30 años explota impunemente La Moneda. Un solo grito de ira subirá del oriente de los Andes, enjambres de batallones argentinos avanzarán por todas partes desde Magallanes a Iquique y Chile será allanado y vencido al fin.[…]Chile quedará reducido a lo que es su forma en el mapa, a una vaina, porque el pueblo argentino le arrancará la espada, sepultándola hecha pedazos entre las ondas del mar, para que no vuelva a amenazar jamás los territorios, los derechos de los débiles y de sus libertadores”.
Que von Rauch comience la conclusión de su libro celebrando y citando a Zeballos, da luces de su fuero interno.
Lo malsano
Durante todo su libro, es evidente que von Rauch no leyó la literatura chilena para comprenderla, sino para refutarla y criticarla. Construyendo una narrativa de un Chile muerto de hambre, deseoso de conquista y envidioso de la riqueza argentina. El hecho que cometió constantes errores describiendo la historia chilena y que considera como hechos ciertos los rumores que circulaban en la sociedad argentina sobre Chile en tal época, da luces de tal intento.
Al mismo tiempo, obvia hechos internacionales relevantes cometidos por Argentina que cambiaron la actitud de Chile hacia esta, incluyendo la firma de tres pactos secretos mencionados arriba y una alianza militar secreta con Bolivia para invadir Tarapacá, aún no revelada hasta hoy. Lo mismo con las tratativas de Estanislao Zeballos con los EEUU en 1892. La omisión de tales datos da a entender que su libro tiene el objetivo de crear una imagen maquillada de la política exterior argentina.
Sus comparaciones entre las FF. AA. chilenas y argentinas caen en lo poco serio.
En la página 394, para criticar a la marina chilena, indica que su oficialidad estaba compuesta “principalmente por extranjeros”, sin dar fecha o cantidad. Pero luego admite en la p. 419 que en 1897 un tercio de los maquinistas y oficiales de ingenieria de la marina argentina eran extranjeros también.
Sus constantes comentarios de lo insuficientes que era las fuerzas chilenas pierden fuerza a medida que se lee el texto. Especialmente si el lenguaje que usa para describir a las fuerzas propias parece sacado de un libro ultranacionalista de 1930. Aquí un extracto de su puño, página 204, sobre en fin de la guerra de la Triple Alianza:
«Una guerra que nadie en la Argentina deseaba. Una guerra en la que una y otra vez el soldado argentino logró arrebatar la victoria de la derrota, empleando el arma predilecta de la infantería argentina: la bayoneta, elemento esencial requerido por la ofensiva á outrance. Permeaba en aquel ejército un culto al valor en todo nivel, desde Mitre y sus oficiales hasta el soldado raso. El Ejército Argentino puede y debe estar orgulloso de aquellas jornadas en las cuales, en las palabras del almirante Chester Nimitz, el coraje sin pautas fue una virtud común.»
Tal lenguaje es propio de escritores como Francisco Encina, no de alguien que dice ser un historiador serio.
Para colmo, en tal guerra el desempeño de Argentina fue mediocre. Von Rauch admite que murieron 18 mil hombres en combate, sin contar heridos, 5 mil en levantamientos civiles y 12 mil de cólera24. Pero no menciona que fue Brasil quien terminó tomando la iniciativa y el grueso del costo militar para derrotar a Paraguay.
Su visión de Chile que nos presenta parece más un hombre de paja. Aquí textual de su libro:
«Del otro lado de los Andes, los chilenos contemplaban a su vez a la Argentina con una variedad de emociones que abarcaban toda la gama, desde la envidia hasta el desdén y desde la complacencia hasta el miedo. Chile era un país más pequeño cuyos celos naturales de su vecino más grande al este se acentuaron por el crecimiento constante de la riqueza económica argentina. La desconfianza chilena hacia su vecino más próspero y poderoso y su permanencia debe aceptarse como una de las realidades básicas de las relaciones diplomáticas sudamericanas. Quizás este sentimiento comenzó en 1817, cuando los chilenos afirmaron haber encontrado a sus libertadores argentinos vanidosos y arrogantes, y continuó desarrollándose a medida que Chile logró establecer estabilidad política mientras que la Argentina estaba desgarrada por luchas internas y postrada por el estancamiento económico..»25
Von Rauch le dedica varias páginas a su libro para indicar el perfecto estado del Ejército y la Marina argentina, y en varias páginas las califica como las «más poderosas de Súdamerica» y «excelentemente organizadas». Dado el lenguaje que usa, las cosas que ignora, y las mentiras que dice sobre Chile, es de sospechar que sus conclusiones sobre las FF. AA. argentinas están sobrevaloradas. Adicionalmente, el ministro chileno en Buenos Aires, Joaquín Walker Martínez, le escribe en septiembre de 1898 al canciller chileno incitando a ir a la guerra contra Argentina ahora mismo, dada «la desorganización administrativa de los servicios militares, que es aquí [en Argentina] inmensa»26.
Lo peor del libro: la crisis de 1898
Además de lavar la imagen de la historia argentina, von Rauch dedica varias páginas a criticar a los historiadores chilenos, especialmente a Jaime Eyzaguirre. En el capítulo 9 de su libro dedica las páginas 357-364 a criticar el libro ‘El Gobierno de Errázuriz Echaurren’. En este último se narra que el Canciller chileno, Juan José Latorre, le hace un “ultimátum” al nuevo ministro argentino, Norberto Piñero.
El contexto de este episodio fue la negociación de ir al arbitraje con la Corona Británica por los problemas limítrofes pendientes. Chile entendía que los “problemas limítrofes” incluían la Puna de Atacama. Argentina consideraba la Puna ya como propia y el arbitraje solo debía considerar la Patagonia. Chile, que ocupaba la Puna desde el fin de la Guerra del Pacífico, consideró que el pacto secreto entre Bolivia y Argentina para intercambiar la Puna por Tarija fue un acto en mala fe.
Para criticar el libro de Eyzaguirre, von Rauch cita las memorias ministro argentino Norberto Piñero27, encargado de tal negociación. Como nota, von Rauch le reescribe su apellido como ‘Piñeiro’. El autor cita al ministro al pie de la letra las páginas donde Piñero narra el encuentro. Pero es evidente que von Rauch no leyó el documento entero. En primer lugar, el libro de Piñero es una autobiografía. Tales tipos de libros hay que leerlos con un poco de sal. Sobre todo, porque en las memorias usualmente todos los otros protagonistas mencionados son los que comenten los errores, menos el autor. Por lo demás, fue escrita 37 años después de acontecimientos, cuando todos los otros protagonistas ya estaban muertos.
El libro de Piñero es bien interesante, ya que revela otras cosas que von Rauch no menciona: como que el perito argentino, Francisco Moreno, recibió la solicitud del General Roca y otros políticos de retrasar al máximo el trabajo de los peritos ya que “el 1o de septiembre cesarían en sus funciones [los peritos] y principiarían a intervenir los gobiernos en el litigio de límites”28. Los chilenos pensaban, con razón, que tal retraso era para asegurar la llegada de sus dos últimos cruceros blindados de clase Garibaldi y forzar una negociación directa sin arbitraje.
Además, es evidente a lo largo de las memorias que los líderes chilenos, incluyendo el presidente, están engañando a Piñero. Todos le indican que “aceptan que la Puna le pertenece a Argentina”, pero estaban negociando a sus espaldas directamente con Buenos Aires para tener una arreglo por separado para la Puna. Cuando tal arreglo se hace público, Piñero, al sentirse engañado, presenta su renuncia.
El extracto donde relata el incidente con el canciller Latorre parece aún más extraño, y muy enredado. Según Piñero, en la reunión del 19 de septiembre no pasó nada extraordinario, salvo diferencias respecto a la interpretación o “alcance” del arbitraje. Pero Piñero después se junta con Pedro Montt29. De su boca explica a Piñero que Latorre es incompetente, pro-guerra y que le presentará un ultimátum el día siguiente. Indica que, posteriormente, se enteró de que Latorre habría mostrado tal ultimátum a diplomáticos ingleses y le informó de su existencia a un periodista del diario argentino El Tiempo30. ¿Por qué un canciller le informaría a terceros que haría un ultimátum de guerra a Argentina en vez que al ministro argentino? La versión de Piñero de este suceso es tan compleja que hace sospechar que es un artilugio para negar la existencia del ultimátum. Von Rauch, por supuesto, asume que lo narrado por Piñero es cierto, y al mismo tiempo, que Latorre está mintiendo sobre presentar a terceros el últimatum.
En lo que coinciden la versión de Eyzaguirre y Piñero, es que el ministro, tras consultar con su cancillería, se salta a Latorre y va directamente donde el presidente Errázuriz Echaurren para ofrecerle un arbitraje inmediato de la Patagonia y la zona de los Canales. El presidente, tras consultar con los líderes de los partidos políticos, acepta.
Adicionalmente, pese a la negativa de Piñero de llevar la Puna a arbitraje, el gobierno chileno lo aísla y negocia directamente con el presidente Uriburu para definir la Puna. La cual es finalmente arbitrada por los EEUU. Los intentos de Roca y otros políticos de retrasar los trabajos de los peritos, e impedir el arbitraje, fueron infructuosos. Chile indicó claramente que ambos arbitratrajes se debían hacer inmediatamente, lo que la Argentina aceptó.
Conclusión
El libro me dejó un sabor más agrio que dulce en la boca. Por un lado, me cerró varios puntos ciegos de la historia argentina, como los destructivos malones araucanos, que la literatura chilena ha ignorado hasta hoy. Tal conocimiento me ayudó a aclarar el comportamiento de la clase política argentina de fines del s. XIX. Su descripción de la economía argentina, su expansión y crecimiento es suficientemente detallado. Sus críticas a las malas políticas monetarias de Buenos Aires son aún aplicables al presente.
Por el otro lado, llega a ser ridícula la narrativa que pretende construir de Chile: un país muerto de hambre, envidioso, sediento de sangre y conquista contra una Argentina unida, moderada y civilizada. Su lenguaje patriotero y chovinista, más propio de un Francisco Encina, no es lo que se espera de un historiador serio. Es sorprendente su falla en reconocer que, los prejuicios históricos que se tenían sobre Chile en Argentina, eran solo eso y no realidad.
Más grave aún es no mencionar las malas decisiones que tomó la clase política argentina, que agrió sus relaciones con Chile y predispuso a muchos de sus líderes para ir a la guerra. También su lenguaje patriotero es una tortura a medida que avanzaba la lectura.
Su conocimiento de la historia chilena es superficial y sesgado. Como se muestra en su pregunta abierta de por qué Chile no aprovechó en 1883 la oportunidad de capturar la Patagonia, cuando era militarmente superior a Argentina31. Si hubiera leído el libro completo de Barros Van Buren, es vez de solo extractos para criticar al autor, habría encontrado su respuesta: al presidente Santa Maria y al resto de los liberales no le interesaba tal región.
Su llamado en el final del libro, para aumentar las FF. AA. argentinas, ya que “cada vez que Argentina está desarmada, es agredida por Chile” es el último recurso de un patriotero de cartón.
En resumen, el libro fue una decepción. Esperaba encontrar a un William Sater argentino, objetivo pero crítico. Pero me encontré con un Francisco Encina, patriotero y mentiroso. O su versión mejorada argentina, un Estanislao Zeballos.
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Bibliografía
- [Volver] – von Rauch, George, 2024, ‘Historia de las guerras argentinas y el conflicto limítrofe con Chile 1843-1902’, Editorial Biblos, Buenos Aires, p.46.
- [Volver] – Ibíd., p.60.
- [Volver] – Ibíd., p.58.
- [Volver] – Ibíd., p.74.
- [Volver] – Ibíd., p.61.
- [Volver] – Es exactamente la cita de la página 61, solo para verificar que mis lectores revisan las citas ;-).
- [Volver] – Ibíd., p.68.
- [Volver] – Ibíd., p.344.
- [Volver] – Ibíd., p.103.
- [Volver] – Ibíd., pp.379-380.
- [Volver] – Von Rauch no indica el año usado para valorizar el dólar, una lamentable omisión metodológica.
- [Volver] – Ibíd., p.21.
- [Volver] – Ibíd., p.43.
- [Volver] – Ibíd., p.433.
- [Volver] – Ibíd., p.79.
- [Volver] – Ibíd., p.278.
- [Volver] – Ibíd., p.29.
- [Volver] – Ibíd., p.97.
- [Volver] – Ibíd., p.30.
- [Volver] – Ibíd., p.29.
- [Volver] – Ibíd., p.330.
- [Volver] – NARA. RG’59. Despatches, Argentina. Pitkin a Blaine, Buenos Aires. 25 de enero, 1892, citado Meneses Ciuffardi, Emilio, 1989, ‘El Factor Naval entre Chile y los Estados Unidos’, p.81.
- [Volver] – Barros Van Buren, Mario, 1970, ‘Historia Diplomática de Chile 1541-1938’, Ediciones Ariel, Barcelona, p.557.
- [Volver] – von Rauch, op. cit., p.203
- [Volver] – Ibíd., p.334
- [Volver] – Eyzaguirre, Jaime, 1957, ‘Chile durante el Gobierno de Errázuriz Echaurren 1896 – 1901’, Zig-Zag, p.215.
- [Volver] – Piñero, Norberto, 1937, ‘La Cuestión de Límites, El Arbitraje de La Puna de Atacama 1897-1898, Tomo I’
- [Volver] – Ibíd., p.112.
- [Volver] – Ibíd., p.176.
- [Volver] – Ibíd., p.177.
- [Volver] – von Rauch, op. cit., p.429
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